La Cuaresma es…

Autor: Editor
5 marzo de 2017 - 02:00 PM

El miércoles de ceniza resume todo lo que es esencial en la Cuaresma: ayuno, limosna y oración en ambiente penitencial, pero no podemos confundir la Cuaresma con el miércoles de ceniza. Este es el inicio de la Cuaresma; un tiempo de conversión.

P. Emilio Betancur Múnera

En Cuaresma somos dos los que gritamos porque Dios también nos llama. Toda la Cuaresma es una llamada de Dios a nuestra puerta. Cada día tocará y cada noche llamará la atención para advertirnos algo por medio de la palabra, la predicación, la oración, los signos sacramentales y la comunicación cristiana de bienes. La incorporación creciente al misterio de la Pascua de Cristo la expresa la liturgia cuaresmal, en una palabra: conversión. La palabra griega metanoia, significa cambio de mentalidad, la latina conversión viene a indicar lo mismo: vuelta, cambio de dirección en la vida, empezando por la mentalidad que es la raíz de toda conducta.
En Cuaresma ponemos nuestro corazón de pecadores ante el corazón misericordioso de Jesucristo para experimentar que para Dios nada hay imposible. Comprendemos que la santidad está en nosotros no como fuente sino como fruto. Dios tiene la iniciativa y nosotros la cooperación. Nada mejor que la Cuaresma para mirarnos en nuestra debilidad con la misma misericordia y paciencia con que Dios nos mira. La cuaresma, dice el misal de la Comunidad, es como un extenso sacramento en el que la Iglesia hace pasar ante sí misma todo el misterio de la vida humana. Mediante esta estructura pedagógica el creyente va contemplando los grandes símbolos de la existencia confrontándose con el mensaje de la palabra de Dios. 
La Cuaresma, como el Adviento, es una invitación a la conversión porque el Señor se nos está acercando, está viniendo para celebrar la pascua con nosotros.  La Cuaresma es el curso introductorio a la muerte y resurrección de Jesús, la Pascua. La vida cristiana es una gran Cuaresma para una gran Pascua. La Cuaresma es el retiro espiritual de la Iglesia que termina en la noche pascual. 

El prójimo, un camino de retorno
El hombre tiene por el pecado una incapacidad radical de amar. Sólo por el amor y con el amor de Dios puesto por el Espíritu en nuestros corazones podemos amar al hermano con el mismo amor de Dios. La pregunta que se le hace a Jesús acerca de cuál es el principal mandamiento de la ley, se justifica debido a que entre 613 preceptos era imposible conocer el más importante, cuál era el que debía orientar la vida y del que se podían colegir los demás.
Quizás lo más genial de Jesús con respecto al amor es que partiendo del Antiguo Testamento el amor al prójimo (Lv 19,18) lo coloca a la par con el mandamiento del amor a Dios (Dt 6,5). Es decir, une dos amores que estaban separados. Ambos mandamientos merecen una misma confianza, atención y observancia por parte del hombre. Son dos mandamientos inseparables, pero no intercambiables. En Jesucristo el amor a Dios y al prójimo son dos aspectos inseparables del mismo amor. Amar como Jesucristo ama a Dios y al hombre, es lo que requiere todo el corazón, toda el alma y todo el ser. 
Podemos amar a Dios por el sólo hecho de que Él nos ha amado primero; y podemos amar a nuestro prójimo en el sentido cristiano por haber sido ellos amados primero por Dios. Tanto el prójimo como yo somos hombres por quienes Jesús murió. Amar a Dios con todo el corazón y sobre todas las cosas protege nuestro amor natural de su tentación a absolutizarse y a reemplazar a Dios. El amor comienza a ser un dolor de cabeza desde el momento en que se nos convierte en Dios; pues no todo amor es Dios. “Que os améis como yo os he amado” es el cambio radical del “amarás a tu prójimo como a ti mismo”; la novedad del mandamiento nuevo es que el punto de referencia de nuestro amor al prójimo ya no está en nosotros sino en Jesús. “Como el Padre me amó os he amado yo”. El hombre es amor por vía de semejanza. Todo el Nuevo Testamento es la interpretación del “como a ti mismo” porque nos presenta la manera como Jesús ha amado al prójimo. San Agustín dijo algo que puede ser mal interpretado sobre todo hoy con libertades incorrectas en relación al amor: “Ama y haz lo que quieras” Si hablas, habla con amor, si callas, hazlo con amor, si corriges, corrige con amor. Si en el corazón hay amor cualquier cosa que se haga será justa”.

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