Había una vez un Desfile de Mitos y Leyendas en Medellín

Autor: Daniel Grajales Tabares
24 diciembre de 2017 - 02:00 PM

Por segundo año consecutivo, el Desfile de Mitos y Leyendas de Medellín evidenció poca calidad en su desarrollo visual, así como baja participación de grupos, lo que resultan una pérdida de su valor patrimonial y un olvido de su sentido reflexivo sobre las tradiciones orales de la cultura antioqueña.

Medellín

Sí, el público asistente al Desfile de Mitos y Leyendas de Medellín aplaudió a los artistas participantes, que este 2017 fueron un total de 700, pertenecientes a doce grupos, que tardaron en pasar por el frente de los ciudadanos, en promedio, unos quince minutos, en varios puntos del recorrido, que fue realizado el pasado 7 de diciembre en el Centro de Medellín, partiendo del Teatro Pablo Tobón, bajando por la avenida La Playa, continuando por la avenida Oriental y terminando en el Parque de las Luces. 

Sin embargo, ante la ovación, también hubo críticas, como la de Alejandro Peláez, ciudadano de 39 años, quien lamentó que "este Desfile ya no sea lo mismo, hubo poca participación de los grupos, ya no se ven puestas en escena tan novedosas, siento que fue un año muy pobre, además pasó como a la carrera".  Paulina Valencia, de 25, dijo a su vez que "muchas de las comparsas parecían de colegio, con vestuarios horrorosos".

Y es que, luego de vivir en 2016 diferencias con los actores del sector cultural, además de recibir críticas de artistas e intelectuales, este año la muestra, a cargo de la Alcaldía de Medellín, dejó en evidencia una poca participación de artistas, así como falencias en el desarrollo estético de los mitos y leyendas que este certamen, desde hace casi cinco décadas, busca poner en conversación con el público, a través de comparsas que recorren las calles de la ciudad.

El pasado 2016, según cifras de la Secretaría de Cultura de Medellín, que lidera este Desfile, participaron 710 artistas, de 19 grupos. En 2015, la participación fue de 900 artistas en escena y 19 comparsas. Devolviéndose en el tiempo, en archivos de medios de comunicación y cifras oficiales, se habló de 41 colectivos artísticos en la versión del 2005 y 52 en la de 1990. Así las cosas, cada vez hay menos participación artística en este evento de ciudad, organizado por primera vez por el Departamento de Turismo y Fomento de Medellín en 1974, con la colaboración de la Cruz Roja y la Defensa Civil.

Para la secretaria de Cultura de Medellín, Lina Botero, "es una cifra normal", "una participación buena", aunque dijo no tener claras las participaciones de años anteriores. Según precisó, "el Desfile salió muy lindo, con cuatro compañías traídas de afuera, tres de Bogotá y una de Pasto. Siempre las propuestas pueden ser mejores, pero tuvimos un desfile lindo, con registro lindo, acompañado de música de manera permanente". La funcionaria aseguró que la Alcaldía no es la llamada a valorar la calidad del Desfile, "porque permitimos que sean las agrupaciones de la ciudad las que hagan la propuesta".

El director artístico del Desfile, John Viana, hombre de las tablas, quien es el director de Elemental Teatro, sí aceptó que "falta un poco más de trabajo de parte de los grupos, en lo que se refiere a la investigación de los mitos, es un trabajo que habrá que ir elaborando, mi idea es fortalecer el Desfile, que pueda conformarse en una tradición muy fuerte".

"A cada uno de los grupos los visité para darles asesoría, invitándolos a buscar la mejor forma de  representar el mito, de tal manera que los espectadores comunes y silvestres pudieran identificar claramente la historia. En vista de que la mayoría de grupos que participan son de danza y no de teatro, esa interpretación se dificulta un poco, es más abstracta, no tan evidente como lo haría un grupo teatral. La invitación era para que todos los grupos hicieran el mejor trabajo posible desde la representación, desde el vestuario, se les pidió a todos que tuvieran un marote grande o una carroza, que fuera impactante, visual, que le metieran luces led, que pudiéramos contar una historia de alegría", relató el director artístico.

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Cabe anotar que los grupos participantes salieron de una convocatoria pública, elegida por un jurado integrado por Mauricio Aristizábal, exdirector artístico del Ballet Folklórico de Antioquia, y el dramaturgo Jaiver Jurado. Pero precisamente ese fue el problema: a la convocatoria se presentaron pocos grupos y algunos de ellos sin la calidad para ser elegidos. Un líder de un grupo teatral de la ciudad dijo que la convocatoria solo tuvo 20 días de plazo y que era un desgaste realizar todos los trámites en ese tiempo, mientras estaban en proceso de sacar adelante otros proyectos.

Verdaderamente, la convocatoria fue abierta el 23 de octubre y cerrada el 3 de noviembre, según documentos oficiales de la Secretaría de Cultura. Fueron en total once días de convocatoria. A su vez, los resultados fueron publicados el 16 de noviembre, lo que quiere decir que para crear sus comparsas los grupos solo tuvieron unos 20 días. Ese poco tiempo de elaboración, sin duda, afectó la calidad de lo llevado a las calles de la ciudad.

"Creo que sí fueron pocos los participantes" -contó Viana, ya que ni Jurado ni Aristizábal quisieron hablar del tema- "yo estuve en la reunión de deliberación en la cual los jurados decidían qué grupos iba a participar, no tenía ni voz de voto, pero lo que pude percibir, a título personal, es que no hubo muchos grupos, tengo entendido que participaron entre 15 y 20 grupos de los cuales solo se pudieron elegir ocho, por los criterios de evaluación, por la calidad de los proyectos". Los cuatro grupos faltantes para cumplir con la nómina de doce fueron elegidos por los organizadores.

El Desfile de Mitos y Leyendas de Medellín se realiza con recursos públicos. Este 2017 fueron otorgados $29.000.000 para cada comparsa de gran formato (60 y 80 participantes) y $14.000.000 a los grupos de mediano formato (30 y 40 personas). Fueron en total cuatro grupos de gran formato y ocho de mediano formato. Entonces, ante tales montos, así "el público desprevenido, no el especializado como nosotros los artistas, sintió que les brindamos lo mejor", como planteó Viana, debería haber un mejor nivel en las obras vistas.

No se trató únicamente de una falta de factura en términos plásticos de las figuras de mediano y gran formato que crearon los grupos, porque, si bien se podría plantear que el papel maché usado para darles rostros a algunas de ellas no fue trabajado con maestría; también hubo detalles desde la comunicación con el público, como la falta de dar un nombre a las comparsas, los mitos o las propuestas de calle que los grupos ejecutaron.

Solo un cartel que decía el nombre del grupo, como si se tratara de un espectáculo de grupos y no de "mitos y leyendas", separaba a un colectivo del otro, diciendo, por ejemplo: "Corporación Cultural Tercer Acto". Entonces, ¿debía adivinar el espectador qué era lo que intentaban representar los grupos? Y ¿qué tal que se tratara de un visitante de La Guajira o de Estados Unidos?

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Cabe recordar que son muchos los mitos que reúne el patrimonio inmaterial que es la narración oral de Antioquia. Son ellos precisamente la razón de ser del Desfile, que es una excusa para emocionar al asistente con su historia, con su memoria, por eso debería haber una pedagogía en esa gran oportunidad de formación de públicos, esa tarea pendiente que tiene Medellín, que tanto se invoca en los foros y discusiones públicas, pero que se desperdicia en actividades como esta. No se trata solo de aplaudir, se trata de crear en los asistentes nuevas miradas, con altura, que no necesiten del Festival Iberoamericano de Teatro o del Carnaval de Río Sucio para apreciar obras de calle con un buen desarrollo.

Este no es solo un desfile de danzas, desde sus orígenes es un desfile que requiere de la escena, de la puesta en común de historia, del desarrollo estético para alcanzar una conexión con el pasado. Por ello, así quienes hoy participen sean más colectivos de danza, se debe recordar que no basta solo con bailar, que hay un carácter patrimonial, de memoria.

Si el modelo de participación, los tiempos de ejecución, los lineamientos de la convocatoria o el carácter del certamen no son de interés para los grupos teatrales de la ciudad y por eso no participan, debería haber una conversación en pro de encontrar soluciones, porque, paradójicamente, en agosto, cuando en la ciudad es realizada la Fiesta de las Artes Escénicas, sí hay participación de las salas de artes escénicas en su "Comparsa", con esfuerzos por dejar el teatro de sala y salir a las calle, emocionando con desarrollos conceptuales como el homenaje a Jaime Garzón que hizo este año el Teatro El Trueque. En esa cita, hasta con $500.000 desarrollan sus comparsas.

La idea es que el público se encuentre con espectáculos que den fe de los procesos creativos  de calidad que en Medellín tienen lugar, como las búsquedas estéticas que evidencian las obras de colectivos reconocidos como el Matacandelas, La Hora 25, Oficina Central de los Sueños, Casa del Teatro, Pequeño Teatro, Ateneo Porfirio Barba Jacob, del mismo Elemental Teatro de Viana; pero también de los logros de los performances de El Cuerpo Habla, que bien ha entregado muestras de excelencia cuando lleva a las calles de Medellín sus tensiones sobre el cuerpo, el tiempo, la vida.

Por su parte, en una unión por el Desfile, ya hay en la Universidad de Antioquia nuevos creadores que desde las artes visuales sorprenden en exposiciones, que están esperando por una oportunidad, así como en las facultades de moda, que bien podrían ayudar con el vestuario, como se ve en las colecciones conceptuales que desarrollan para Colombiamoda, estudiantes de la Colegiatura, Esditec, UPB y Arturo Tejada, soñando con diseñar lo mitológico y lo legendario. Eso sin mencionar a grandes maestros de las artes plásticas y la moda que podrían aportar al desarrollo de esta actividad cultural, si siquiera se les pidiera.

Desde los recuerdos, quizás desde la nostalgia, generaciones crecieron sentándose en las calles del Centro para ver el Desfile de Mitos y Leyendas, que había una vez en Medellín, quizás en los 90, con centenares de artistas imponiendo novedades, buscando sorprender con soluciones plásticas cuando lo de las luces led no era siquiera una idea, cuando los textiles técnicos no llegaban al comercio antioqueño, cuando la internet no era masiva y no se podía ver en una red como Youtube en qué estaban los grandes del teatro de calle o de las comparsas en el resto del mundo.

Que no sea un mito, que no sea una leyenda, que sea esa marca de "ciudad innovadora" la que se vea plasmada en sus artes, en sus manifestaciones, es que un desfile también es un patrimonio, porque es una tristeza que baje su calidad, eso es una especie de detrimento patrimonial.

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