El trasegar de los humanos por el planeta, está lleno de vicisitudes. El camino no es precisamente un sendero de rosas, pero muchas de las veces, los humanos nos las sabemos complicar, pues luego de dar algunos pasos hacia adelante, salimos con las sorpresas de desandar los pasos y perder así el tiempo y la experiencia invertidos y adquiridos, en el entendido que cada cual, ve la realidad y se aproxima a ella, de acuerdo con sus intereses. Por lo tanto, los comentarios y reflexiones que vamos a plantear son obviamente, subjetivos.Después de varios decenios de ser declarada como Museo y además Patrimonio de la Humanidad, y después de haber sido aceptadas estas condiciones por todas las religiones interesadas, el controvertido gobierno turco de Erdogan, declara que Santa Sofía (Aya Sofya) en Estambul, vuelve a ser mezquita después de 86 años, volviendo a alborotar el avispero de los fanáticos de todas las religiones, fanatismo que siempre ha estado ahí y que no requiere sino de una buena excusa para explotar. La buena excusa está servida. ¡Amanecerá y veremos!En lo local, la nueva Constitución Política abrió la posibilidad de la dosis mínima de consumo de marihuana, el actual gobierno la frena a través del nuevo Código de Policía y hoy los altos tribunales vuelven a aceptarla. ¡Qué pérdida de tiempo y qué falta de sindéresis!Se anuncia por parte de EPM que su planta piloto Jepírachi en la Guajira, funcionará hasta el 2023, noticia, que nos deja apesadumbrados, ya que la energía eólica es una de las mejores alternativas para la producción de energía limpia. Razones técnicas y financieras debe tener EPM para tomar esta decisión que esperamos sea compensada con el montaje de un nuevo campo eólico ya no como piloto, si no como planta de producción de energía limpia en propiedad.Como periódicamente sucede, el actual contralor general de la Nación recorre el país “descubriendo” elefantes blancos, es decir, obras inconclusas que están ahí, a los ojos de todo el mundo, sin que hasta el presente se hayan tomado las medidas y las acciones necesarias para culminarlas, que sería lo obvio, o para tumbarlas.Debería existir un punto dentro de un Plan de Desarrollo serio, para destinar los recursos necesarios para que este tema sea resuelto y obviamente los responsables asuman las responsabilidades de todo orden que les competan. No es suficiente la alharaca mediática, si no se toman las decisiones apropiadas y oportunas dentro de la extemporaneidad.Un ir y venir de discursos se pronuncian por kilómetros, alrededor del problema de la deforestación y de los programas de reforestación. Lo cierto es que a la fecha no hay un control efectivo contra la deforestación generada por parte de cualquiera de los varios actores involucrados que la provocan, como tampoco un proyecto serio y continuado para recuperar y ampliar la extensión forestal en el país.Ojalá aprovechemos la nueva producción de nuestro grande Carlos Vives, CUMBIANA, para volver los ojos hacia la Ciénaga Grande de Santa Marta y hacer lo que haya que hacer para intervenir las infraestructuras viales mal diseñadas y volver a permitir mediante obras apropiadas, la circulación de las aguas del mar y del Magdalena para que renazcan los manglares y reviva ese maravilloso ecosistema destruido por imbéciles.Por último, ya aparecen las pilatunas legales para evitar o demorar la demolición del Edificio Aquarela construido cerca al Castillo de San Felipe en Cartagena, el cual no debió haber recibido nunca licencia de construcción, entregada en su momento por otros imbéciles. Ya la UNESCO dio como plazo hasta el 2021 para que la construcción sea demolida, o sino Cartagena y Colombia perderán la calidad de Patrimonio de la Humanidad que hoy posee el Castillo de San Felipe.Excelente el programa que ha emprendido la Alcaldía de Medellín para aprovechar estos nuevos días de cuarentena para intervenir zonas en estado de deterioro y recuperar el espacio público que se había perdido. Las acciones inicialmente emprendidas en los sectores de La Bayadera y el Sagrado Corazón o Barrio Triste, son ejemplarizantes y deben servir de estímulo y de ejemplo para intervenir otras zonas en franco deterioro. ¡BRAVO!Como una cosa es planear y otra planificar, y otra cosa es no planear y no planificar, es prudente que aquellas construcciones de vivienda subsidiada que se entregan en obra negra después de muchos trámites y una alta dosis de paciencia por parte de los beneficiados, -que en la mayoría de los casos se originan por una tragedia previa como un derrumbe, una inundación, un incendio, un temblor u otra calamidad-, sean dotados de los servicios públicos elementales, entre ellos, ya no como cosa marginal, sino estructural, la conexión a INTERNET. Pongo como ejemplo la urbanización La Cabañita en San Cristóbal, una Unidad de 9 bloques de 6 pisos ocupada recientemente por sus nuevos dueños, un poco más de 50 familias cuyos niños no tendrán como acceder a la educación virtual forzada, a la cual nos tiene sometida la bendita pandemia.NOTA 1: Mi completa solidaridad con el Señor Gobernador Aníbal Gaviria Correa y su distinguida familia.NOTA 2: Mis agradecimientos a la casa EL MUNDO por haberme permitido comunicarme con ustedes a través de las 900 columnas que ajustamos hoy y que coinciden con la suspensión de actividades para el Periódico y mil gracias a ustedes por tomarse el tiempo para leer esta Columna de Opinión.Es un golpe duro para el fortalecimiento democrático y para el ejercicio de la pluralidad y la tolerancia, pero esta es la realidad que nos corresponde enfrentar, en un país como el nuestro. Una última invitación, a que vayamos siempre, con prudente optimismo, ¡DE CARA AL PORVENIR!
Puede ser que algunos de los escritorios en los que nos sentábamos quienes trabajamos en el Periódico EL MUNDO hayan estado ahí desde siempre, desde que lo crearon, a finales de la década de 1970. Sí, caminar hoy por su sala de redacción es como si se apreciara una instalación de Doris Salcedo, la melancolía de esos muebles parece decir que se apaga un sueño que comenzó el 20 de abril de 1979, cuando empezó a circular en Antioquia un diario con ideas fundamentales, como la de la libertad. Esa libertad no podía escapar de la cultura. EL MUNDO fue pilar del inicio de proyectos culturales que transformarían la vida de la ciudad, del departamento y del país. Basta con entrar al Archivo, buscar los folios del Pequeño Teatro, el Matacandelas, el Taller de Artes, La Fanfarria y darse cuenta cómo el Periódico de logo rojo, liberal, entrevistó a miles de artistas, entonces emergentes, creyendo en que nuestra realidad podría existir un sector cultural que se hiciera preguntas importantes.Lea también: Un sector que sigue sacando el sombreroAna María Cano, quien después fundaría La Hoja de Medellín, fue la primera periodista cultural de EL MUNDO. Después la reemplazó Ana Piedad Jaramillo, directora de los Eventos del Libro y exdirectora del Museo de Antioquia y el Teatro Colón. Vino entonces el tiempo de Maryluz Vallejo, hoy doctora en Ciencias de la Información, profesora Titular de Tiempo Completo del Departamento de Comunicación y jurado del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar este 2020. Cuenta Carmen Vásquez, periodista de moda, que cuando Darío Arizmendi era el director de EL MUNDO le dio a cada una su “reino”, le dijo a la periodista cultural que ella se encargara de lo artístico, mientras a Vásquez la mandó a los cocteles, a buscar a la “gente linda”, le permitió tener la primera página exclusiva de moda en estas tierras, guiado en lo que hacía la Revista Hola en España, para que así estuviera clarísimo qué era cultura, qué era entretenimiento, qué era moda y qué era sociedad.Desde sus inicios, EL MUNDO dedicó páginas enteras a la agenda cultural, que eran las más difíciles de editar, porque tenían la agenda de cine, la de teatro, los conciertos, los recitales, las presentaciones de libros, todo, independiente de los artículos periodísticos de una y dos páginas que hacía la sección de cultura.Antes de que su experticia fuera el periodismo político y de opinión, Luz María Tobón, directora de EL MUNDO, fue periodista cultural. Todavía tiene en su oficina una foto de su entrevista a un joven Fernando Botero. Ella, de mamá artista, de familia siempre amante de la cultura, defendió el periodismo cultural hasta el cierre, influyendo, de alguna manera, en que siguiera con cada cambio de dirección. Con la llegada de don Guillermo Gaviria Echeverri, quien respetó lo que hacía el Periódico en este campo, se dio vía libre a que ese saber no se apagara.Nombres como el de Pilar Velilla, exdirectora del Jardín Botánico y el Museo de Antioquia; María del Rosario Escobar, exsecretaria de Cultura Ciudadana de Medellín y actual directora del Museo de Antioquia; la maestra Patricia Nieto, quien guía la Editorial Universidad de Antioquia y es docente de la Alma Mater; o el crítico de cine Pedro Adrián Zuluaga, escribieron una historia cada día, por varios años, en la redacción de EL MUNDO, cubriendo cultura.El Mundo Semanal, el Imaginario y Palabra&Obra fueron los tres suplementos culturales que dijeron cosas muy importantes a la ciudad, al país. Óscar Valencia, jefe de diseño de EL MUNDO, contaba que Imaginario fue osado, despertando muchas molestias en algunos “paisas de Medellín”, cuando su editora puso en la portada la foto de dos hombres homosexuales, desnudos, después de una Marcha del Orgullo. Sus contenidos hablaban de la cultura como lo que somos, reflexionaban sobre la ciudadanía cultural. Palabra&Obra, por su parte, buscaba hacer reportajes de largo aliento con personajes que se destacaban en el campo cultural, teniendo en su portada a importantes creadores como Débora Arango, Gilberto Martínez, Víctor Gaviria, Fernando Botero, Félix Ángel, Cristóbal Peláez, Beatriz González, Alberto Sierra, Antonio Caro, Dora Ramírez, Leonardo Padura, René Uribe Ferrer, entre muchos otros. Una vez, el artista Richard McGuire, reconocido por ilustrar publicaciones como The New Yorker, nos hizo el honor de hacernos una edición especial de Palabra&Obra. Publicamos un especial completo sobre la salvaguarda del patrimonio de Frida Kahlo y Diego Rivera, hecho en Ciudad de México, analizamos muchas veces lo que hacían en el Ministerio de Cultura, cubrimos la Bienal de Venecia, la Feria Internacional de Arte de Madrid (España), Artbo, el Salón Nacional de Artistas, el MDE, la Fiesta de las Artes Escénicas, el Festival de Tango, los diez años de la Fiesta del Libro con edición especial, siempre estuvimos ahí, en cada evento, en cada lanzamiento, en cada nacimiento.Y cometimos errores, muchos, porque EL MUNDO siempre fue una escuela de periodismo cultural. Cómo les parece que una vez, matamos a alguien que revivió. Olga Elena Mattei estuvo muerta durante unos minutos, nos llamaron directamente desde la clínica a contarnos tal suceso. Lloramos, planeamos un especial, llamamos a Héctor Abad Faciolince, él nos dio su declaración sobre la importancia de Mattei para la literatura nacional y corrió a publicar en su Twitter que había muerto.Hasta que, de esas cosas que pasan, los médicos la revivieron, la reanimaron y no se murió. Desde entonces, Faciolince ha sido muy lejano. Es que en el Código Caracol, María Lucía Fernández publicó lo que pasó, en la edición de las 7:00 de la noche: “la inmediatez de las redes sociales le jugó una mala pasada al escritor Héctor Abad Faciolince”. Casi nos ahorca, publicó en su cuenta en esa red: “serán imbéciles los de EL MUNDO”...Vale la pena decir que defendimos causas importantes. Hay que agradecerle a Irene Gaviria y Luz María Tobón que nos permitieron ser autónomos en el contenido cultural. Fuimos nosotros quienes cuestionamos el cambio de vestido que les hicieron a los Silleteros, desconociendo que eran un patrimonio, con lo que hubo polémica nacional, cuando Aníbal Gaviria era el alcalde. No nos censuraron.Fuimos nosotros quienes iniciamos a hablar de los “hipster”, cuando todavía esa manifestación cultural era bastante desconocida.Gritamos duro con investigaciones. Nosotros nos dimos cuenta de que las Bibliotecas Públicas de Medellín habían sido cerradas por el gobierno de Federico Gutiérrez, desconociendo su importancia en la transformación social, con la excusa de ahorrar recursos del presupuesto público. Vaya error de visión política, por eso insistimos con varios artículos en que los Parques Bibliotecas eran la opción que tenía un niño de cualquier comuna de no caer en las redes de tráfico, su puerta de escape muchas veces a la violencia física y sexual. Incomodamos a Sergio Fajardo sobre la responsabilidad en las fallas en la fachada de la Biblioteca España, tanto que salió en portada diciendo “voy a hablar de la Biblioteca España, cuando yo quiera”, los memes no se hicieron esperar en las redes sociales.Cuando iban a sacar al maestro Alberto Correa de la Filarmónica, nosotros lo contamos. Insistimos en que el presupuesto para cultura siempre debía subir en el gobierno nacional, el departamental y el local. Y, sobre todo, le dimos voz a un sector que no encontraba en otros medios un espacio que valorara sus obras, que escuchara sus demandas, que necesitaba, en pleno siglo XXI, más que nunca, una presencia en la agenda pública.EL MUNDO insistió en la importancia de la formación artística para la infancia. Con su proyecto Educar Mientras se Informa y su Concurso Personitas de Colores, invitó a que los niños pintaran sus sueños. Otra cosa que hizo fue premiar con el Mundo de Oro a quienes durante decenios trabajaron por el sector, entre los ganadores estuvieron Graciliano Arcila Vélez, la Emisora HJCK de Bogotá, Guillermo Abadía Morales, Fanny Mickey, la Orquesta Sinfónica de Antioquia, la Cámara de Comercio de Medellín, la Biblioteca Pública Pilotoy la Emisora Cultural de la Universidad de Antioquia, Débora Arango, la Biblioteca Central de la Universidad de Antioquia, Carlos Castro Saavedra, el Instituto de Integración Cultural Quirama, Luis Alberto Correa, Rafael Sáenz Moreno, el Museo de Arte Moderno de Medellín, Luis Alberto Álvarez y la maestra Cecilia Espinosa, su última galardonada.En los comités de redacción, muchas veces nos peleamos con quienes nos preguntaban “y ese, ¿a quién le ha ganado?”, poniendo en duda la idoneidad de los artistas emergentes, peleamos por ellos como el futuro del sector y del arte nacional. La cultura también era un tema para abrir el Periódico, nosotros le dimos la portada al Salón Nacional de Artistas, cuando volvió a Medellín, en su edición 43. Juliana Restrepo y Jaime Cerón, sus directores, llegaron con la edición impresa de EL MUNDO a la apertura de aquel certamen, que durante sus tres meses contó con un cubrimiento diario, detallado, sobre lo que intentaban decir los curadores, que propusieron como tema el oxímoron “Saber-desconocer”.Cuando la notoriedad no abarcaba la obra de Pablo Montoya, cuando parecía que a la crítica local y nacional le faltaba creen en tal talento, nosotros reseñamos su Tríptico de la infamia, sin necesitar que el Premio Rómulo Gallegos nos validara lo grande el autor, porque pudimos verlo.Le puede interesar: ¿Seguro les hace falta la crítica?Que sea el momento para decirles gracias a los cientos de artistas, gestores, investigadores, profesores, curadores, comunicadores y colegas que nos buscaron para pedirnos una opinión, para ofrecernos sus contenidos, así como para criticarnos. Aprendimos juntos, crecimos juntos, hicimos historia juntos.EL MUNDO fue y será la casa de la cultura de Medellín, como quedará para la historia en su archivo, porque aquí pasaron hitos como que Gabriel García Márquez quisiera que la redacción del medio que soñó fundar se pareciera a la del diario liberal de Medellín, donde estuvo dando talleres y compartiendo con los periodistas.Gracias, EL MUNDO, gracias porque nos dejaste soñar que esa utopía que adoptamos, la de cambiar el mundo haciendo periodismo cultural, podía ser posible.
Con todo respeto, no comparto el criterio de quienes han venido criticando a la Corte Constitucional por haber declarado la inexequibilidad del Decreto Legislativo 580 de 2020, por el cual se dictaban medidas en materia de los servicios públicos de acueducto, alcantarillado y aseo, por el motivo que condujo a la adopción del fallo y que también expuso la Secretaria Jurídica de la Presidencia de la República: aunque, según el comunicado de la Corte, se dictó y promulgó en desarrollo del Estado de Emergencia Económica, Social y Ecológica, se expidió dentro del término de vigencia del estado de excepción y se encuentra brevemente motivado y lleva la firma del Presidente de la República, no fue suscrito por todos los ministros del despacho. Faltaron las firmas de los ministros de Salud –lo cual llama la atención en cuanto la emergencia fue provocada por la pandemia- y de Ciencia y Tecnología.Lea también: Cumplir la ConstituciónComo señala la providencia,” el mandato constitucional referente a que los ministros suscriban los decretos legislativos que se expiden en virtud del estado de emergencia económica, social y ecológica constituye una condición indispensable de validez de dichas normas, en la medida en que con este se garantiza, el principio democrático, durante el estado de excepción, pues se contrarresta el déficit de deliberación y se limita la facultad discrecional del presidente”.La exigencia constitucional de que estos decretos, además de las firmas del presidente, lleven las de los ministros –todos- no corresponde simplemente a un requisito de forma y sin mayor trascendencia. Por una parte, cuando hablamos de los estados de excepción –entre ellos el de emergencia- aludimos al ejercicio de una potestad extraordinaria del Ejecutivo, que normalmente no tiene a cargo la función de expedir las leyes –atribución que, por cláusula general de competencia, corresponde al Congreso-. Por otro lado, la Constitución es clara cuando expresa (art. 115) que las firmas de los ministros en los decretos los comprometen y por medio de ellas asumen una responsabilidad por las medidas y decisiones que adopta el Gobierno Nacional. Y, además, las normas superiores relativas a los estados de excepción exigen expresamente “las firmas de todos los ministros” y subrayan su responsabilidad. El 215, para el caso del Estado de Emergencia Económica, Social, Ecológica o por calamidad pública, estatuye: “El Presidente de la República y los ministros serán responsables cuando declaren el Estado de Emergencia sin haberse presentado alguna de las circunstancias previstas en el inciso primero, y lo serán también por cualquier abuso cometido en el ejercicio de las facultades que la Constitución otorga al Gobierno durante la emergencia”.Le puede interesar: Sobre las sesiones virtualesDe manera que no estamos ante un mero formalismo. Ni se puede sindicar a la Corte Constitucional de haber sacrificado el fondo de la medida en aras de la forma, o de no haber hecho prevalecer el derecho sustancial, como lo exige el artículo 228 de la Carta. Ella tiene a cargo la guarda de la integridad y supremacía de la Constitución, que exigió, en estados de excepción, las firmas “de todos” los ministros, no de algunos.Y el vicio no era subsanable, toda vez que al momento del fallo el decreto ya había sido promulgado y había entrado a producir efectos. En estas materias no se puede improvisar.
Duele la desaparición de EL MUNDO, después de más de 40 años de actividad ininterrumpida, con periodismo de calidad informativa y pluralidad de opinión. Desde hace dos años, cuando la publicación impresa diaria le dio paso a una semanal, el diario quedó herido de muerte porque había perdido su esencia. La desaparición de los periódicos impresos es una de las consecuencias nefastas de llamada revolución digital; nefasta porque los ha destruido sin sustituirlos por nada mejor.Lea también: Harry Sasson, la renta del suelo y las sopas MaggiLa prensa impresa, que resistió los embates de la radio y la televisión, agoniza en todos los países. Se cuentan por centenas los diarios desaparecidos y los que subsisten lo hacen en formatos cada vez más escuálidos y pobres en contenido. Sin la palabra impresa, la fuerza de la vieja sentencia, “lo escrito, escrito está”, se desvanece y con ella las exigencias del rigor informativo y de la clara separación entre la opinión y la noticia.Estas dos fueron las características señeras de EL MUNDO que nunca ocultó su carácter de diario liberal militante, pero abierto siempre a una amplia diversidad de opiniones, tanto en la época de Don Guillermo Gaviria, como en los últimos años bajo la orientación de su hija Irene y de mi querida amiga Luz María Tobón.El de Don Guillermo fue un liberalismo doctrinario, más bien clásico, cuya orientación intervencionista no lo apartó nunca de la defensa de la iniciativa privada como fundamento de la actividad económica en una sociedad verdaderamente libre. Por supuesto que, como periodista, fue también un liberal en el sentido partidista, aunque, el gran hacedor de empresas que fue, seguramente se habría sentido contrariado por la orientación anti-empresarial que aqueja a sectores amplios del que fue siempre su partido.Quizás a causa de la bancarrota ideológica del Partido Liberal, el liberalismo de EL MUNDO de los últimos años perdió su matiz partidista y se hizo más conceptual y de principios, buscando irradiar los valores de la democracia liberal y la iniciativa privada con responsabilidad social a las gentes de todos los partidos y la sociedad entera.Esa defensa de la democracia liberal se expresó en sus cuestionamientos al proceso de paz por su indiferencia frente a las víctimas de la Farc y las grandes concesiones hechas a lo que no era más que organización criminal que no representaba a nadie, como quedó en evidencia con las paupérrimas votaciones recibidas en las dos elecciones en las que ha participado.Su reconocimiento de la iniciativa privada como fundamento de la actividad económica y de la creación de riqueza, se manifestó recientemente en su insistente reclamo de la reactivación de la economía acompañada de la flexibilización de la contratación laboral.Pero quizás la más firme posición de EL MUNDO en los últimos años fue su incansable y persistente reclamo al gobierno a cumplir su misión fundamental de proteger la vida de los ciudadanos. No importa lo que el gobierno haga en cualquier ámbito, si no protege la vida de las personas está incumpliendo gravemente su obligación constitucional y lo que es en definitiva su razón de ser.Muchos años atrás, cuando, por incompatibilidad con mi actividad profesional, decliné la invitación que me hiciera a escribir en el periódico que acababa de adquirir, Don Guillermo, insistente, me dijo que escribir en EL MUNDO sería un honor.Le puede interesar: Una propuesta ilegal, inconveniente y peligrosa, pero imparableHace algunos años, por invitación de Luz María Tobón, EL MUNDO acogió generosamente mis artículos. Me sentí cómodo y complacido de hacer parte de tan noble empresa periodística y muy honrado, como había anticipado Don Guillermo.
Hoy he recibido la noticia: EL MUNDO, después de una tarea periodística de 41 años, ha decidido cerrar su fase de periodismo impreso. El entorno es cambiante, la evolución de hechos, tecnologías, épocas, conduce a decisiones y nuevas direcciones en los caminos que nos presentan horizontes distintos y nos hacen dejar atrás paisajes familiares a los cuales habíamos tomado un cariño como el del poeta cartagenero a los zapatos viejos. Algo diferente se abre en las perspectivas del futuro inmediato. Mis mejores deseos para FundaMundo, para la querida y admirada familia Gaviria Correa, y para la buena ventura de sus proyectos y su liderazgo, siempre inspirados en el bien para la comunidad y para Antioquia. Algunos de estos cambios son dolorosos, como lo es, en lo personal, este: se trata de una pérdida para el periodismo escrito en la región, y en Colombia. Pero EL MUNDO cierra este ciclo, como lo manifiesta su directora Luz María Tobón Vallejo, con la satisfacción del deber cumplido.Lea también: Alatriste: la punta de su espadaTermina para Antioquia una tribuna de decencia, de buen periodismo, de compromiso con la verdad. Se culmina la etapa de un esfuerzo colosal en pro de los intereses sanos de nuestro departamento, pionero para Colombia en tantos aspectos de progreso, de desarrollo, de apertura al futuro. EL MUNDO ha cumplido y constituye un gran honor ser parte, modesta y pequeña, de esta locomotora de la honradez y de la opinión crítica y creadora.Después de escribir la columna “Vestigium” durante veinte años -un total de 492 columnas, de periodicidad quincenal, casi ininterrumpidamente- vienen a mi teclado unas palabras que no puedo evitar, pues las asocio necesariamente a esta tribuna periodística: agradecimiento, aprendizaje, disciplina, creatividad.Cada uno de mis textos fue acogido respetuosamente por parte de los editores y de la dirección en estos años. Nunca he recibido la más mínima interferencia respecto a los temas y enfoques para los cuales con total libertad se me ha cedido el espacio. Siempre he sentido la presencia viva y efectiva de un genuino respeto por el diálogo inteligente, por el ir y venir de ideas ordenadas y rigurosas, expresadas dentro del marco de la consideración hacia la verdad y hacia el lector como un interlocutor merecedor de un trato digno y humanizante. Por parte de la dirección del periódico siempre recibí palabras de aliento, de buen criterio, de magnífica atmósfera de ejercicio de la inteligencia.Escribir Vestigium, con la variedad de tonalidades presentes en el entorno de las realidades contemporáneas, fue un hábito de disciplina, de investigación, de contrastes, de búsqueda de fuentes verificables. Una tarea constante de enriquecimiento y educación personal que tuvo que pasar por el tamiz del lector crítico y exigente, a quien también debo expresar agradecimiento. Mi padre, Hernán Gómez Atehortúa, fue el mejor lector, crítico y corrector que tuve. También asumí una tarea constante de aprendizaje en cuestiones de estilo y de forma periodística. No puedo olvidar las didácticas exposiciones de Arturo Giraldo Sánchez.Un “Vestigium” es la señal, la huella, la marca que deja el pie de un viajero sobre el camino. Hay algo relacionado con la memoria, con el registro de los datos de alguien que ha pasado por un lugar y ha dejado su impronta. Es el indicio de que por allí ha estado un “homo viator”: un viajero, frágil, perecedero, fugaz. Es también el rastro de un caminante que se esfuerza por perfeccionarse en una tarea que se ha impuesto. También el investigador es un sujeto que anda tras las huellas; la realidad -variada y múltiple- ofrece ante sus ojos algunas facetas, y es su tarea, la del investigador, hallar la parte de verdad que está inscrita en esas huellas. Para mí ha sido culminación de un rasgo esencial de mi vida: la búsqueda de explicaciones a las cosas que pasan, y de las cuales apenas tengo un entendimiento parcial en un entorno de asombro constante, infinito, inacabable. Mis columnas fueron posibles por aquella conversación inicial con Luz María Tobón Vallejo, cuando acogió, con tolerancia y generosidad, mis imperfectos intentos de practicar el arte de la columna.Le puede interesar: Incertidumbres y certezasTodos somos viajeros. También las instituciones dejan su huella: EL MUNDO deja un vestigio, una huella de decencia, de amistad, de buena escuela periodística: mi abrazo y mi voz de agradecimiento.
Migrar, emigrar e inmigrar Tienen un peso triste, de pesadumbre, porque este mundo hiperconectado hasta el hartazgo está lleno de fronteras impasables. Sacar el pasaporte, o la visa cuando corresponde, ante el tipo o tipa de migración en un aeropuerto es una extracción de muelas y una humillación. En fin.Migrar es trasladarse del “lugar que se habita”. Así que, en principio, cambiarse de barrio, incluso de calle, es migrar. Pero hoy usamos este verbo y su sustantivo (migración) para referirnos a un desplazamiento largo, a distancias grandes, a cambios dolorosos y a nostalgia profunda.Lea también: Procastrinar, no procastinarInmigrar es, copio y pego del Diccionario de la lengua española, “llegar a un país extranjero para radicarse en él” o “instalarse en un lugar distinto de donde vivía dentro del propio país, en busca de mejores medios de vida”. Estas dos definiciones sí tienen largos desplazamientos (no siempre), grandes distancias (no siempre, aunque implica romper la vida), dolorosos cambios y profunda nostalgia. En suma, es llegar, incluso de un barrio cercano, por obligación.Emigrar es irse: del país, de la ciudad, del barrio, porque las circunstancias obligan. Estos tres verbos nos llegaron del latín.Curiosidades del idiomaEl español es graveEs decir, la mayoría de las palabras las pronunciamos con acento en la penúltima sílaba (palabras graves o llanas). Estas se tildan cuando NO terminan ni en vocal ni en N ni en S. Y se tildan, asimismo, cuando terminan en más de una consonante (récord).Lo invitamos a leer: La ciudad de Panamá, pero ciudad de MéxicoDe esas que casi nunca usamos Holganza. Les habrán dicho alguna vez “esa ropa le queda holgada”, es decir, más bien grande, no es de tu talla, pequeño. O que “fulano vive holgadamente”, es decir, sin afanes, al menos, del bolsillo y el monedero. Holganza es descanso, carencia de trabajo y diversión.
En otros tiempos era común exigir recomendaciones de buen proceder a cualquier aspirante a un empleo, por modesto que este fuera, lo que garantizaba de entrada la vinculación de una persona capacitada y sobre todo honesta.Hoy, en medio de la decadencia moral sin atenuantes por la que transcurre el devenir colombiano, pesan e importan más las maniobras politiqueras, los chanchullos, las acomodaticias maniobras que buscan el beneficio inmediato y los torcidos de todo orden.Le puede interesar: Nido de ratasUna hoja de vida impoluta, sin mancha alguna en el transcurrir de una vida pública y el reconocimiento unánime de una ciudadanía informada y consciente, nada valen frente a previsibles prontuarios en gestación, tráfico electoral, acusaciones concretas de auxiliar fugas de delincuentes y fundadas sospechas de actividades nada edificantes.Con un fardo de estas últimas a sus espaldas, pesada carga moral que nadie vio ni a nadie le importó, fue nombrado ayer el político costeño, Arturo Char como nuevo presidente del Congreso, vale decir, antes los ojos del mundo que desconoce sus andanzas, como el funcionario colombiano más importante después del presidente de la República.Menos mal, porque no todo puede ser sal en la herida ni tragedia sin nombre, la Corte Constitucional declaró inexequible el numeral tercero del artículo 19 de la Ley quinta de 1992, que fijaba entre las funciones del presidente del Congreso, reemplazar al presidente de la República y al vicepresidente si se llegara a dar la ausencia de ambos.Desafortunada y muy poco probable posibilidad, pero como Colombia está para grandes tragedias y así lo ha ratificado a lo largo de su atormentada historia, nada descartable era llegar a tener a Arturito desempeñando ese papel.Este nuevo confaloniero que será el encargado de portar la enseña de la moralidad, del buen hacer y de la administración ejemplar de una importante rama del poder público, de entrada ya cumplió con uno de los que parecen ser requisitos para desempeñarse como presidente del legislativo: Tener líos con la justicia, y equiparar así a doce de los trece antecesores suyos en el cargo para no dejarse aventajar por ellos.Arturo Char cuenta con los suficientes méritos para acompañar esa nómina de servidores de la patria, la cual vale la pena recordar para que tantos olvidadizos o cómplices vuelvan a la realidad: Carlos García, Nancy Patricia Gutiérrez, Dilian Francisca Toro, Mario Uribe, Luis Humberto Gómez Gallo, Miguel Pineda Vidal, Javier Cáceres, Luis Alfredo Ramos, German Vargas Lleras, Armando Benedetti, Juan Manuel Corzo y Hernán Andrade.Debe mencionarse otro aspecto importante de la persona encargada de tamaña responsabilidad: Su salud, pues de acuerdo con los registros de asistencia en el último período, Arturo Char presentó 149 excusas médicas; o está muy enfermito o es muy astuto para esconder sus otras actividades.Le puede interesar: Justicia Especial para el DelitoValdría la pena preguntar: ¿si ese estrafalario número de excusas se presentó cuando las sesiones eran presenciales, a cuánto podrán llegar ahora que vienen las sesiones virtuales ?Lo cierto de todo este episodio protagonizado por la clase política colombiana, es que su caída libre hacia el desprestigio y su poca credibilidad entre los ciudadanos, son cada día más evidentes.TWITERCITO: Izar banderas y discursos, no es independizarse de la politiquería y la corrupción
Era la noche del 12 de diciembre de 2019, día del lanzamiento de mi libro número 14, Crónicas de vida. Con la presentación del libro, el doctor Gustavo Restrepo Villa, director de la Corporación Otraparte, entidad que honra y difunde la obra y la vida del Maestro Fernando González, daba apertura oficial a su nuevo y moderno auditorio.Lea también: Queja de pena y amor por nuestra Alma MaterLos invitados fueron llegando, uno a uno, no obstante el aguacero desatado a la hora de la cita, sobre todo Envigado y parte de la ciudad de Medellín. Y entre los tantos y cultos amigos que esa vez me acompañaron, recuerdo muy especialmente al doctor Delfín Acevedo Restrepo y a su esposa, la doctora Libia Isaza Franco. Yo sabía que él soportaba quebrantos de salud, pero ello no fue motivo suficiente que le impidiera acompañarme a la velada literaria.Y es así que, releyendo su delicioso libro: Impresiones y recuerdos (escrito al alimón con otro antioqueño grande, el doctor Jaime Tobón Villegas), a la vez que meditando sobre nuestra pobre realidad colombiana (agobiada a más no poder por esta situación de pandemia que agudizó el desempleo, la pobreza, la deshumanización, el atraco masivo, abierto y descarado; la inseguridad más rampante, la corrupción desmedida, la cosecha de gobernadores y alcaldes puestos presos por requerimientos judiciales, entre decenas de otros males), me doy plena cuenta de que el doctor Delfín Acevedo Restrepo, es la antítesis de esta realidad. Él se mantiene incólume en su esencia: un antioqueño íntegro, probo, estudioso, trabajador (todavía escribe, regularmente); es dueño de una producción intelectual brillante y continua (ya llegó a su libro 24) y un discernimiento claro, elegante y preciso.Santa Rosa de Osos, su tierra natal, la misma cuna de mi admirado doctor Pedro Justo Berrío (a mi juicio el mejor gobernador que ha tenido Antioquia en toda su vida republicana), debe sentirse orgullosa de un hombre como el doctor Acevedo Restrepo, que ha brillado como pedagogo, educador, abogado, experto en administración pública (fue director regional de la ESAP por 6 años, y su director Nacional, por 4; al igual que presidente del Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo, CLAD); adicional a ello, periodista, escritor, concejal, diputado, representante a la Cámara, rector de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas y columnista de los extintos periódicos: El Correo, El Diario y La Defensa; así como de los vigentes: El Colombiano, La República y El Mundo.Estas notas (reducidos apuntes que reconocen la grandeza de un hombre sencillo, de un hombre culto, de un humanista, de un trabajador incansable, y, -por encima de todo-, de un ser humano excepcional, de un hombre bueno), son la comprobación llana y sencilla de la filosofía de vida de uno de nuestros grandes maestros en materia de periodismo, el polaco Ryszard Kapuscinski, cuando advierte que “para ser un buen profesional, primero hay que ser una buena persona”. Andando el tiempo, en un ensayo más generoso en extensión y más esclarecedor e inteligente, nos deberemos ocupar de la obra pedagógica, política, periodística, literaria y humanística del doctor Delfín Acevedo Restrepo, porque Antioquia (y muy especialmente sus niños y jóvenes) deben tener certeza de quiénes fueron sus verdaderos hijos; de quiénes son sus verdaderos líderes, para no seguir confiando esta amada tierra a hombres enanos, cutres, deshumanizados y advenedizos.Recordando que la hidalga Santa Rosa es también la tierra de Porfirio Barba Jacob, creo que mi querido amigo Delfín Acevedo Restrepo, al salir de su entrañable lar, muy joven aún, cantó los versos del poeta: “Cruzando las campiñas, tiemblo bajo la gracia / de esta bondad augusta que me llena... / ¡Oh dulzura de mieles! ¡Oh grito de eficacia! / ¡Oh manos que vertisteis en mi espíritu / la sagrada emoción de la noche serena!Le puede interesar: Antioquia le canta a ColombiaFiódor Mijáilovich Dostoievski, solía decir que: “Los hombres verdaderamente grandes deben experimentar honda tristeza en la tierra”. El cariño y el conocimiento que tengo de la vida del doctor Delfín, me llevan a encontrar muy íntimos a él, las palabras del genio ruso y los versos del querido bardo santarrosano: “De simas no sondadas subía a las estrellas; / un gran dolor incógnito vibraba por su acento; fue sabio en sus abismos -y humilde, humilde, humilde- / porque no es nada una llamita al viento...*Ivanguzman790@gmail.com
Con la misma intensidad y con creciente espectacularización, la pandemia por covid-19 sigue ocupando prioritariamente la agenda informativa. Esta concentración de la atención pública y el despliegue noticioso, comparable con la vivida en la negociación del fin del conflicto con las Farc, oculta graves acontecimientos nacionales e internacionales, con repercusiones irreversibles. Así como los sectores productivos deben reactivarse, los medios de comunicación y la opinión pública deben darle la debida importancia a temas que no pueden seguirse evadiendo. A continuación sólo algunos de los más importantes.Lea también: Desinformar y manipular en tiempos de covid-19En los enclaves del narcotráfico señalados por la ONU, persiste el asesinato de líderes sociales, sin que las autoridades hayan construido hipótesis serias y un registro confiable de los crímenes contra abanderados de sus comunidades, como el taraceño Eider Lopera, o el caleño Jorge Enrique Oramas, luchador contra la minería ilegal. En esta tragedia son igualmente censurables su manipulación con fines políticos y el desinterés de la Fiscalía por aclarar la situación, el Gobierno por proteger a los amenazados y los jueces por imponer sanciones que den a las víctimas reparación y garantías de no repetición.De su interés: Llamado por los líderes sociales y políticosLas dolorosas denuncias de familias y comunidades Emberá Chamí, de Risaralda, y Nukak Makú, de Guaviare, sobre la conducta de algunos soldados que abusaron de su dignidad y poder para violar a niñas indígenas y afrentar a sus comunidades, nos vuelve a enfrentar a la desgracia del abuso del cuerpo como botín de guerra. Sobre estas niñas se ha reeditado la tragedia de casi un millón de mujeres en el país, según datos de Sisma Mujer, aunque apenas 15.076 de ellas aceptaron denunciarla y narrarla para la investigación La guerra inscrita en el cuerpo, del Centro Nacional de Memoria Histórica.Le puede interesar: El cuerpo como botín de guerraSobre los crímenes cometidos por algunos militares que traicionan su juramento y uniforme, no se puede mantener ni repetir la impunidad que favoreció a los paramilitares y sigue beneficiando a los farianos culpables de violencia sexual y atrocidades asociadas a ella. Por eso, para que haya justicia es necesario que la Fiscalía General de la Nación vigile rigurosamente las imputaciones para que los jueces puedan imponer sanciones acordes con la gravedad de los crímenes. Para evitar que estos hechos se repitan, se necesitan estrictos procesos de selección de miembros de las Fuerzas Armadas y volver a la formación de los militares en Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario.Vea: La CPI también exige paz con justicia para los crímenes de guerraEste 5 de junio se cumple el primer mes de la detención domiciliaria y separación de su cargo del gobernador Aníbal Gaviria Correa, medida desproporcionada y contradictoria, ordenada por la Fiscalía, situación que demuestra la indefensión de quienes han recibido la confianza de la ciudadanía frente al poder de un solo funcionario, nombrado. La permanencia de la medida mantiene una seria violación a sus derechos fundamentales a la libertad y el ejercicio pleno de la ciudadanía, además, vulnera los derechos de los antioqueños a elegir para darse un gobierno estable, afectación que llega a poner en riesgo la vida de los habitantes de este departamento, dado el contexto de la pandemia, la peor crisis de la humanidad desde la Segunda Guerra Mundial.Lo invitamos a leer: Deberes de la Fiscalía en el proceso al gobernador de AntioquiaEn el marco de la emergencia económica, social y ambiental, el Gobierno Nacional expidió el decreto 637, que lo autoriza a enajenar activos del Estado. A pesar de que no ha logrado dar trámite a la llamada Ley Isagén, el Congreso debe conocer, discutir y finalmente aprobar, o improbar, la enajenación de esos activos, mucho más si se busca vender empresas ejemplares y de alto valor estratégico, como Cenit, filial de Ecopetrol responsable del transporte de crudo y propietaria de 10.000 kilómetros de oleoductos, o ISA, alma de la transmisión de energía eléctrica y de la innovación en el sector eléctrico y de comunicaciones.Lea: Privatizada Isagén, ¿qué hacer?En el campo internacional también abundan hechos invisibilizados que provocan daños irreversibles. Con casi total impunidad, limitada apenas por la justicia británica, que avaló a Juan Guaidó como presidente, el sátrapa Nicolás Maduro, apoyado por Rusia y China, subsumió los poderes públicos, aplastando a la oposición y humillando hasta la inanición al otrora bravo pueblo venezolano. Con igual impunidad, gracias al apoyo de Donald Trump, Benjamín Netanyahu ejerce una política de tierra arrasada con la población palestina, para anexarse el 30% de Cisjordania, borrando así el acuerdo de paz con la Autoridad Nacional Palestina y las pocas esperanzas de tranquilidad para el Medio Oriente.
Quiero hablar del deprimente fiscal Barbosa y su compinche el contralor Córdova y, cosas de los astros, se me atraviesa un libro de Anagrama, se llama El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco. Es de Charles Bukowski. Se trata de un diario que registra la fase final de su vida. Bukowski fue el último de los “malditos” de la literatura norteamericana, heredero de la vocación contestaría, loca, irreverente de Henry Miller y una estrella al lado de Jack Kerouac y William Burroughs.Lea también: El oficio de mentirAlcohólico, obsesionado con el sexo, jugador empedernido, coherente hasta la médula, Bukowski murió en Pasadena en 1994, después de 74 años de existencia al galope, cabalgando en los excesos. No pude evitarlo: pensé en el patético Barbosa y su compinche el contralor Córdova, mientras iba leyendo…“No hay que lamentarse por la muerte, como no hay que lamentarse por una flor que crece” - dice Bukowski-. “Lo terrible no es la muerte, sino las vidas que la gente vive o no vive hasta su muerte…no hacen honor a sus vidas, les mean encima…sus mentes están llenas de algodón” (y pienso, ¡si! son ellos, el mediocre fiscal y su compinche) “Se tragan a Dios sin pensar, se tragan a la patria sin pensar. Muy pronto se olvidan de cómo pensar… Sus cerebros están rellenos de algodón. Son feos, hablan feos, caminan feo”. (Si, parece referirse a esta gente que se cree con privilegios especiales, que se enloquecen con sus cargos efímeros, que abusan y pierden la vergüenza, que suponen que tienen poder, pero lo que logran con sus ínfulas ridículas, es reflejar esa minúscula condición que tienen como servidores abyectos del poder) “Ponles la gran música de los siglos y no la oyen…” (¡Si! su incultura, su ordinariez son apoteósicas. De Barbosa se dice que le hacía las tareas a Duque en la universidad).No piense usted en el Barbosa de hoy ni en el Córdova de hoy, que ya de suyo son deprimentes con sus acciones absurdas, sus puestas en evidencia: anunciar con mucha antelación al Centro Democrático su visita de control asociada al tema de la ñeñepolítica; su absurda “calificación” del delito que protagonizaron los soldados violadores de la niña Embera; su boicot abierto y descarado a investigaciones cruciales; su decidida cohonestación con la impudicia política y delincuencial del país. Piense en estos dos minúsculos personajes una vez estén por fuera de sus cargos, en el asfalto; reducidos a nada, mascullando sus “glorias” pasadas; añorando lo que no fueron y ya no son; lamiéndose las heridas de su mediocridad y mirando con desespero a todos los lados, para ver si algún otro poderoso se fija en ellos y les asigna otra tarea siniestra; otro encargo oscuro.En algún aparte, Bukowski empieza a pensar en los filósofos, habla de Descartes, de Hume, de Kierkeegard, de Sartre. Se asombra con la capacidad de pensar que exhibieron todos ellos y les declara su amor: “adoro a estos tipos. ¡Sacuden al mundo!” Y concluye como si estuviera mirando a Barbosa y a Córdova, si, como si los definiera: “Cuando agarras a esos tipos (los filósofos) y los pones junto a los hombres que veo caminar por la calle, o comer en los cafés, o aparecer en la pantalla del televisor, la diferencia es tan grande que algo se retuerce dentro de mi, me da una patada en las tripas…”Le puede interesar: La vergonzosa reverencia arrodilladaTiene razón Bukowski. Estos personajillos retuercen algo dentro de nosotros, y también nos dan una patada en las tripas.