La aprobación de la RAP (región administrativa y de planeación) Caribe, es un paso importantísimo para la consolidación de un proyecto sobre un territorio con el que no se contaba en Colombia para la toma de las grandes decisiones, a pesar de su importancia electoral
Para muchos lo del 2010, cuando se impulsó desde Barranquilla la papeleta de apoyo a la Región Caribe, era otro embeleco carnavalero de los organizadores. Tradicionalmente la costa caribe colombiana ha sido una región que para los interioranos sirve para la parranda, para ir a tomar el sol y después olvidar. Pero nadie contó jamás con que algún día la región despertara de ese letargo esclavizante y resignado con el que se asumía el propio destino, para comenzar a reclamar lo que le pertenece, para comenzar a aspirar al desarrollo físico del territorio y a la dignificación de sus habitantes.
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Se recuerda con terror la época en la que la capital del Atlántico tuvo un alcalde que, siendo sacerdote salesiano, hizo de las suyas. Esgrimiendo un amor por los más necesitados que nunca fue real, fue sumiendo la ciudad en un pozo de escoria y de malos manejos administrativos que parecían no tener solución. Cuando a otras ciudades de la Costa llegaba el señor cura-alcalde, se hacían bromas sobre su estilo vulgar, desparpajado y acosador. Pero eso hizo que afloraran fuerzas cívicas que desterraron la ignominia y la ciudadanía fue tomando control de la ciudad, y esa actitud se desparramo por toda la región.
La aprobación de la RAP (región administrativa y de planeación) Caribe, es un paso importantísimo para la consolidación de un proyecto sobre un territorio con el que no se contaba en Colombia para la toma de las grandes decisiones, a pesar de su importancia electoral. La ahora tangible Región Caribe, está conformada por ocho departamentos que juntos tienen 197 municipios, muchos de los cuales carecen de los más elementales servicios, en parte por culpa de un indolente centralismo y de una dirigencia que muy poco se ocupó de hacer respetar los derechos y los recursos de los costeños.
Casi una cuarta parte de la población del país está radicada en la región Caribe colombiana. De esos más de once millones una gran mayoría (2.500.000 votos) apoyó el movimiento liderado por el hoy gobernador del Atlántico, Eduardo Verano de la Rosa, quien ha demostrado que un buen liderazgo alcanza la fusión de intereses comunes para la consecución del desarrollo y el bienestar, pasos indispensables para la convivencia pacífica. Los ocho departamentos colombianos que se consideran costeños del mar Caribe encontraron la vía del trabajo conjunto, aunque ahí hace falta la región antioqueña de Urabá.
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Aunque es un paso firme e importante para la regionalización costeña, lo que sigue no es fácil. Las intenciones de los promotores y de los gobernadores, son fundamentales: las metas de superación de la pobreza, de construcción de un sistema de infraestructura vial y de servicios, garantizar la seguridad alimentaria, de lograr políticas de buen gobierno, preservar el medio ambiente, constituye el ideal de sociedad. Pero solo con la concientización de todos los costeños y la erradicación de prácticas mafiosas, la Costa podrá enfrentar sus inveterados enemigos y lograr el reconocimiento como región modelo y emprendedora.