Jorge Hernán Arango revisa la trayectoria de Male Correa y analiza sus intereses estéticos y emocionales.
Jorge Hernán Arango
En el desarrollo profesional como diseñadora e ilustradora, Male Correa decidió convertirse en artista y ese cambio de vida le permitió ejercer su nuevo imaginario a partir de tres preguntas: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo? y ¿a dónde pertenezco? En sus respuestas evidencia una expresión artística con sello único, que genera emoción y proyección en cualquier ser humano que pueda observarla y apreciarla.
Male refleja una experiencia estética que es su propia vida, logrando establecer una relación con su padre que, aunque tardía, quedó impregnada en gran parte de sus pinturas a partir de series como Markov, Guayaco por dentro y Dosconocidos.
Sus obras comprenden una amplia variedad de técnicas y temáticas. La artista es ordenada, serena, dulce. En sus dibujos, grabados y pinturas alcanza la profundidad de una labor inteligente, enriquecida con un valor en el que navega con mucha facilidad: la poética.
Todos los momentos difíciles que hayan podido rodear la vida de la artista, añadidas las situaciones sociales que ha vivido nuestro país, quedan plasmadas con delicadeza, transparencia y exquisitez.
En su proceso creativo Male Correa denota paciencia, cualidad de quienes ejercen técnicas como el grabado, que le permite conseguir el verdadero reflejo artístico de la realidad: olor, polvo, memoria del paso de los hombres en el tiempo y, sobre las memorias, objetos y personajes que se funden poéticamente con lo figurativo.
Ha pintado el dolor, como cuando retrató la tragedia de La Gabriela, el terremoto de Haití, la prostitución, las piezas del barrio Guayaquil, sin que se vislumbrara amargura, sino, por el contrario, dulzura.
La relación de la obra de Male con la escultura parte del principio de descubrir, sustraer, quitarle a la tela lo que le sobra, encontrarle la forma escondida, aprovechando líquidos que remueven colores y pigmentos. Es como si capas de tiempo hubiesen cubierto la tela con colores y la artista, simplemente, les quitara ese velo. Normalmente se puede pensar que los pintores le ponen a la tela lo que le falta. Sin embargo, en esta última obra, la maestra Male le quita a la tela lo que le sobra, esta manera creativa la llama ella misma “despintura”.
Así mismo, su obra con grapas alcanza la fortaleza de moverse, representa la claridad que tiene la artista frente a su realidad y el resultado de esa realidad en su obra de arte. Es la manera de asegurar lo cotidiano y volverlo monumental. Está en permanente movimiento, construyendo sobre el pasado memorias futuras. Es una artista que tiene la capacidad de desarrollar varios temas en diferentes momentos, obteniendo siempre los resultados que caben en su poder creativo.
En su obra se destaca el valor y el cuidado por el buen dibujo, hecho que en nada la aparta de las tendencias plásticas de los últimos años. A propósito de la influencia del pop art dice: “Al principio yo no tenía estudio, mi hermana me abrió un pequeño espacio en su oficina y el mensajero de ella me dijo un día: ‘A mí me gusta mucho su obra, porque su obra es popular’”.
La poesía que aparece en muchas de sus obras, sobre volúmenes y sombras, genera un movimiento que se puede asemejar perfectamente a una pieza musical llena de polifonía. En su serie de “hospedajes” conviven dos palabras, la del nombre del hotel y la que se forma coloreando algunas letras de ese nombre consiguiendo una nueva palabra. Aquí las dos se sostienen. Conviven como dos melodías que se complementan, tal como pasa en lo que en música se denomina contrapunto. Muchos de los textos tienen una fuerza que permiten darle una sonoridad imaginaria a su pintura, pero aquí estamos frente a una obra de belleza natural que tiene los principios fundamentales de la vida representados en lo estético.
Male ya tiene un espacio, un lugar en el espíritu de todos los que pueden apreciar su riqueza creativa. Es una obra que atrapa y engrapa.