Acompañada por letras melodiosas de famosos tangos, la experta Laura Cecilia Bedoya visita una de las casas nocturnas más reconocidas del Buenos Aires de comienzos del siglo XX.
Bandoneón, algo que es muy cercano a mí, como mi nombre, me impulsa de una manera casi arrolladora a escribir sobre Laura.
Empezaré por aquella Laura de Petrarca, amor imposible para el poeta. Cómo olvidar a Laura, la musa de Francisco Luis Bernárdez para su poema La ciudad sin Laura. Pero no creas, bandoneón, que esta página va a estar muy académica, hoy hablaré de aquella Laura que propiciaba el amor, mas no el amor enamorado, ella era dueña de una casa de baile situada en Buenos Aires (Argentina), en el número 2512 de la calle Paraguay .Su casa, era como una mixtura de salón de danza y prostíbulo, pues alojaba a unas cuantas damas que sacaban de las urgencias amorosas a sus visitantes.
Voy a echar una ojeada al Cancionero de Francesco Petrarca, dedicado en su mayoría a Laura de Sade una noble provenzal a quien conociera un Viernes Santo, 6 de abril de 1327 en la iglesia de Santa Clara de Avignón. Fue un amor a primera vista y platónico, pues ella estaba casada con el marqués Hugo de Sade. Con su obra poética, Petrarca funda la tradición de la poesía amorosa y quiero resaltar el primer cuarteto del soneto III:
“Fue el día en que del sol palidecieron
los rayos, de su autor compadecido,
cuando, hallándome yo desprevenido,
vuestros ojos, señora, me prendieron.”
Traigo para este momento al poeta argentino Francisco Luis Bernárdez, en La ciudad sin Laura, de quien diría Mercedes Roffé, “quiso recuperar en estos versos la lírica amatoria de Francesco Petrarca.”
“En la ciudad callada y sola mi voz despierta una pro-
funda resonancia(…)
“Para poblar este desierto me basta y sobra con decir
una palabra(…)
“El dulce nombre que pronuncio para poblar este desierto
es el de Laura.”
Como dirían los argentinos, vamos a estar en lo de Laura -en aquella famosa casa de baile y amores comprados- su nombre verdadero era Laurentina de Monserrat, dicen que tenía un aire distinguido y que su pelo y ojos eran negros. Mujer culta y asidua asistente al teatro Colón, al cual acudía vestida como la mejor de las cortesanas. ¡Ah! Y también recuerdan su voz, con una mezcla de palidez y sonoridad y un coqueto acento mendocino.
Quienes llegaron hasta su recinto se veían rodeados de espejos venecianos, lámparas de murano y paredes con papeles de lujo.
En los bailes de Laura se encontraban músicos y bailarines. Dicen que el pianista Rosendo Mendizábal se lució con sus mejores actuaciones y en el mismo lugar compuso y estrenó el tango El entrerriano.
Es bueno anotar que la leyenda de estas casas del Buenos Aires íntimo, la comparte también María la Vasca, pero de ella nos ocuparemos otro día.
Quiero recordar que el tango, danza aún censurada por la alta sociedad bonaerense en los comienzos del siglo XX, era bailado allí y muchos niños bien lo aprendieron dentro de sus muros. En una crónica del poeta León Benarós se lee: “Entremos solemnemente-invitábamos-en uno de los grandes templos del tango, en el que este se bailó entre los estampidos del auténtico champán francés, higienizado ya de la increíble barbarie de las carpas” (…).” Hablemos de lo de Laura.”En tal lugar destacó con su virtuosismo de bailarín de tango, el también letrista y artista de teatro Elías Allipi.
Ahora bien, el hecho de arribar hasta Buenos Aires en esa ola migratoria, más varones que mujeres, hizo que estas casas también fueran sitios de conversación y el clima de sensualidad de las bailadas noches, sacó a la luz dos tangos y una milonga que quiero presentarles, el primero de ellos se llama Tiempos viejos (1) y destaco esta estrofa:
…”¿Dónde están los muchachos de entonces?
Barra antigua de ayer ¿dónde está?
Yo y vos solos quedamos, hermano,
yo y vos solos para recordar…
¿Dónde están las mujeres aquellas,
minas fieles, de gran corazón,
que en los bailes de Laura peleaban
cada cual defendiendo su amor?(…)”
El otro tango que quiero resaltar se llama: No aflojés (2) y dice en algunos de sus versos:
“Vos fuiste el rey del bailongo
En lo de Laura y la Vasca…
¡Había que ver las churrascas
cómo soñaban tras tuyo!...”
Es un encanto oírlo por la orquesta del director y bandoneonista Raúl Garello y la voz de Rubén Juárez.
Y por último tenemos la impronta de Enrique Cadícamo , con la milonga En lo de Laura (3).
“…Milonga que en lo de Laura
Bailé con la parda Flora…
Milonga provocadora
que me dio cartel de taura…
Ah…milonga ‘e lo de Laura(…)”
La orquesta de Ángel D’Agostino la interpretó y probablemente el bandoneón fue ejecutado para ese entonces por Aníbal Troilo.
No sé si cumplí con mi propósito de transmitir el aire que se respira al hablar del nombre de Laura y por ello tomo este verso de Petrarca: “Ove l’aura si senté” ( Donde se siente el aire. Paronomasia entre L’aura y Laura ).
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