En El lado oscuro del corazón, protagonizada por Darío Grandinetti, Sandra Ballesteros y Nacha Guevara, el director y guionista argentino Eliseo Subiela (Buenos Aires, 1944) recrea la figura de un poeta llamado Oliverio, en un claro guiño a Oliverio Girondo,uno de los más grandes poetas argentinos del siglo pasado,del que utiliza algunos textos, junto a los de otros reconocidos autores como Juan Gelman o Mario Benedetti, para recrear un fresco poético de la movida literaria latinoamericana vivida en Argentina y Uruguay. 
Según el docente de la Universidad de Medellín y experto en Lenguajes Audiovisuales, Óscar Jairo González, en la estética de Eliseo Subiela la formación como cineasta, “su tendencial manera de hacer, o sea, de hacer mixtura de estilos, de teorías sensibles sobre el cine, no de las teoréticas que son para él la muerte del arte del cine”, está conectada con el cine de Hitchcock, de Goddard, de Wenders, “y esencialmente sobre el cine de la ‘Nueva Ola’(Truffaut, Rohmer, etc.), que incidió poderosamente en su formación, en sus iniciales búsquedas, en la visión de la escena, en la construcción de los personajes”.
Subiela fue un director con hondas raíces literarias y un gran lector. Sensible a las poéticas de otras artes, fue cercano a la conjugación de varias de ellas como alimento para su propia voz, tan reconocible desde el éxito de Hombre mirando al sudeste, que le granjeó el respeto de sus pares y lo puso en el pedestal como uno de los mejores directores argentinos de su época. 
Para Jorge Rufinelli, escritor y conocedor de la obra de Subiela, el director deja en el legado del cine argentino y latinoamericano “una huella muy profunda que marca definitivamente con lo que construyó con sello propio, un cine surrealista y onírico, y una forma de transmisión sobre la producción del cine y su papel decisivo en la cultura contemporánea, forma de transmisión en la que trabajó intensamente construyendo su  Escuela de Cine, en el barrio Belgrano de la ciudad de Buenos Aires y una institución argentina dedicada a la enseñanza del séptimo arte”, comentó el escritor. 
Otras obras reconocidas del director argentino fueron las últimas Lifting de corazón (2005) o No mires para abajo (2008), que seguían manteniendo el espíritu particular de su tono y la estética que tanto luchó por establecer.  Como lo agregó González, el cine de Subiela, que se hace desde “una condición de lo interminable, de lo que nunca termina y siempre se está haciendo, y ya sin él, también podrá hacerse su cine, en la continuidad de lo que para él ya habían alcanzado y hecho otros cineastas y que harán los cineastas que se atrevan a hacerlo desde otras formas, estructuras y sueños”, o como decía Paul Éluard, citado: “No atreverse, es fatal”. “Gracias, Eliseo Subiela, por indicarnos el poder y el carácter del atrevimiento”, agregó el docente.