En decisión de primera instancia, la juez 11 de conocimiento de Bogotá absolvió a las estudiantes Laura Moreno y Jessy Quintero, acusadas de responsabilidad por la muerte de su compañero Luis Andrés Colmenares, ocurrida el 31 de octubre de 2010 en confusos hechos en Bogotá. En octubre de 2014, el Tribunal Superior de Bogotá había absuelto al tercer acusado, estudiante Carlos Cárdenas. Dado que para ambas decisiones judiciales cabe el recurso de apelación, facultativo para la familia del joven muerto, cabe temer que las especulaciones, expectativas y señalamientos se extiendan todavía por varios años.

El caso Colmenares es una fuente de lecciones. Han pasado seis años, tres meses y 20 días desde hechos en cuya calificación existen fuertes contradicciones entre instancias científicas y judiciales. Durante estos meses, las personas y familias afectadas han esperado las certezas que da la verdad jurídica y no han logrado cerrar el que puede ser uno de los episodios más trágicos de sus vidas. Las demoras y las fallas de los operadores han sido, para ellos, una forma de denegación de justicia.

Con pasión, no exenta de ánimo justiciero y de cierta vindicta, los medios de comunicación tomaron esta penosa historia de cuatro universitarios para esculcar cada detalle y, sin tener los conocimientos específicos y las capacidades técnicas, pretenderse practicantes de pruebas. Durante seis años fueron tribunales con capacidad para señalar culpables e inocentes, dando la idea de que hacían periodismo de investigación. El proceso, sin embargo, tiene muy poco de periodístico, pues la tragedia no implica que la muerte del joven hubiera ocurrido por fallas en el servicio público, a consecuencia de hechos dolosos en el manejo del Estado, que son el objeto prioritario de una investigación periodística. Sí podría alegarse que la notoria falla, por lentitud, en la justicia amerita investigaciones periodísticas de fondo, pero ellas no llegaron en este caso.