El personaje del año: El páramo de Las Baldías

Autor: Guillermo Maya Muñoz
18 diciembre de 2017 - 12:07 AM

Los beneficios ambientales de este páramo, el más pequeño del país, son extraordinarios

Medellín y el Valle de Aburrá se ahogan en su hollín. En 2017, la ciudad-región llegó al punto de no retorno con la contaminación ambiental proveniente de las fuentes móviles, principalmente, motos, autos y automotores, en general; y en segundo lugar, de las fuente fijas, aunque ya no hay ni industria. 

Es decir, el problema de la contaminación ambiental es el resultado de que se ha alcanzado una densidad crítica cuantitativa de automotores que tiende a crecer y no a disminuir. Por otro lado, la geografía es destino. La topografía de la ciudad-región, con montañas alrededor de una garganta no muy amplia, impide el transporte aéreo de la contaminación hacia afuera. Es decir, la “nata” de humos permanece sobre la ciudad, más tiempo del debido. El efecto de “dormir con la cobija encima”.

Las consecuencias son nefastas, enfermedades crónicas respiratorias y cardiacas. Los infantes y los viejos son sus mayores víctimas. Esta problemática no tiene solución ni alivio, mientras las tecnologías de las fuentes móviles no cambien de manera significativa, y no marginal, y el reemplazo de las tecnologías obsoletas y contaminantes se produzca en un porcentaje significativo. ¿20 años? ¿50?

El alcalde de Medellín invita a montar en bicicleta y a caminar. Un buen consejo cuando estas actividades se hacen lejos de los humos contaminantes; de lo contrario, la persona que se ejercita inhala la contaminación, tal vez con mayor intensidad que la persona que no lo hace. al igual que los motociclistas que van no solo contaminando sino respirando el aire de los exostos directamente. En Medellín, el ejercicio físico callejero mata. 

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La inversión de 0.4 billones (400.000.000.000) de pesos en Parques del Rio para hacer un deprimido de 300-400 metros y un jardín como terraza, en una de las zonas más contaminadas de la ciudad, no lo convierte en el lugar más apropiado para respirar aire puro. La gente acostada en las sillas municipales bien podrían repetir el saludo de los gladiadores al Cesar: ¡los que van a morir te saludan!

Por otro lado, no es casualidad que Medellín haya llegado a ser la tercera ciudad del mundo más densamente poblada con 19.700 habitantes por kilometro cuadrado –nadie ha reclamado el premio, en una ciudad en donde todos los políticos están dispuestos a decir: yo me lo gané-. Según información de la ONU es la mayor densidad demográfica de Latinoamérica (http://urbandata.unhabitat.org). Sin embargo, con las políticas reguladoras del plan de ordenamiento territorial basadas en la densificación, se siguen construyendo en El Poblado edificios de más de 24 piso de altura, para estratos sociales que agregan como mínimo dos o tres carros por apartamento vendido. No se quejen.

Sin embargo, en esta locura de ciudad, todavía hay personas que se preocupan por su conciudadanos, mucho más que quienes gobiernan, que en su mayoría han convertido la política en una empresa económica, con la justificación del sacrificio de una vida por el bien común.

En Medellín pocos sabían que la ciudad tiene un páramo. El Páramo de las Baldías son 860 hectáreas de vegetación compuesta de 61 especies, especialmente, los frailejones, y en donde “habitan 197 especies de aves, (…) nueve especies de anfibios y 130 de insectos” (Las Baldías, el páramo que perdería a sus guardianes, eltiempo.com, mayo 21-2017), por encima de los 2900 metros sobre el nivel del mar. 

El Páramo está localizado en las montañas del norte del valle del Aburra, entrando por San Félix (Municipio de Bello), y que se extiende hacia el occidente, corregimiento de San Cristóbal (Medellín), y a San Jerónimo, al otro lado de la montaña. Allí nacen 14 quebradas, entre ellas la Iguaná que provee de agua a Medellín, zona occidental, con el acueducto de EPM, e igualmente, La García que provee de agua a Bello.

Los beneficios ambientales de este páramo, el más pequeño del país, son extraordinarios, además del agua para consumo humano, también hace “regulación hídrica, (mejora) calidad de agua por retención de sedimentos, regulación del clima, control de inundaciones y recreación”.

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Aunque el páramo no está completamente en buenas condiciones, el 60% que es propiedad del ingeniero forestal Horacio Moreno se ha conservado mucho mejor con sus propios recursos económicos y su incansable trabajo familiar, que incluye a su hijo Daniel y a su esposa Gloria. 

La paradoja de esta situación es que mientras en Colombia, los páramos están siendo amenazados por la gran Minería, que no paga por los recursos naturales usados al igual que por los daños ambientales, ni tampoco los vuelve a su estado natural, lo que es imposible, este pequeño páramo provee a Medellín de servicios ambientales, como el aire y el agua, que se calculan en 12 mil millones de pesos (12.000.000.000). Sin embargo, a la familia Moreno-Soto le toca pagar los impuestos del terreno que no usa para fines comerciales sino de producción de bienes ambientales.

Por estas razones, el personaje del año en Antioquia es el Páramo de las Baldías y la Familia Moreno-Soto, que ha hecho posible esta realidad, y que la corporación Germán Saldarriaga del Valle ya ha condecorado en septiembre pasado por lo mismo.

Ahora le corresponde al Área Metropolitana y a Corantioquia echarse la mano al bolsillo y pagar por los servicios ambientales en compensación por los costos de mantener el páramo en buenas condiciones, que son mucho menores a los beneficios recibidos. No se pongan a escoger las monedas con la mano adentro del bolsillo. 

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