El temor a ser señalados y criticados es la principal razón por la cual los hombres no denuncian con frecuencia los casos de maltrato intrafamiliar. Sin embargo, siguen siendo las mujeres las más violentadas.
L a situación de Cresencio Enrique Bejarano Palacios, alcalde del municipio de Medio Atrato, quien sufrió quemaduras en el 40% de su cuerpo tras ser rociado con gasolina por su esposa luego de una discusión, muestra que la violencia intrafamiliar no es una problemática que afecte sólo a las mujeres.
Según medios nacionales, "en un caso de intolerancia doméstica, al alcalde le arrojaron una sustancia que le provocó quemaduras en el tórax y espalda", expresó el coronel Jhon Carrillo, del distrito de Policía de Quibdó. Al parecer el político despertó en medio de llamas y se lanzó desde el segundo piso de la casa a una quebrada.
Carolina Arévalo, psicóloga y docente de la Universidad de Cuenca, Ecuador, manifestó que una de las razones por las cuales la violencia de género es más invisibilizada en hombres tiene que ver con el machismo, pues si un hombre denuncia el maltrato va a ser señalado y criticado por la sociedad.
Por otra parte, Victoria Cabrera, psicóloga y coordinadora de Investigación del Instituto de Familia de la Universidad de la Sabana, dijo que un hombre se intimida al denunciar este tipo de sucesos en su vida, porque se espera que un hombre sepa responder ante estas situaciones y bajo el concepto de “no se deje” prima mucho la actitud de los hombres.
Asimismo, resaltó Cabrera, no es tan común este tipo de maltrato, precisamente porque las mujeres tienden ser menos violentas que los hombres, “la proporción es que entre cuatro personas violentas una es mujer, entonces las otras tres son hombres”. En ese orden de ideas, el canon tiende a que son más las denuncias en el caso de las mujeres que en el caso de los hombres.
Arévalo aclaró que no es posible equiparar la violencia que se ejerce contra la mujer con la que se da en contra de los hombres, ya que está validada por el status quo del sistema, dado que hace muchos años, culturalmente, estaba permitido pegarles a las mujeres.
María Elena López, psicóloga de familia, resaltó que “vivimos en un país en el que la violencia permea todas las relaciones. Los conflictos políticos, sociales, familiares e individuales no se solucionan de manera pacifica. Los niños desde pequeños están expuestos a información y modelos agresivos”. Ella expuso, además, que, de alguna manera, esta es una cultura de la violencia generada por fenómenos sociales que han promovido la guerra como una manera de resolver los problemas y tener más poder.
Frente a la duda de si este tipo de comportamientos son heredados o aprendidos, las expertas coincidieron en que, si bien estas conductas son dadas en muchas ocasiones por los comportamientos familiares, con el paso del tiempo las personas van fortaleciendo estas actitudes con las experiencias del entorno. López concluyó que en algunas ocasiones estas reacciones violentas responden a rasgos de la personalidad.
Tener en cuenta
Según Victoria Cabrera, psicóloga y coordinadora de investigación del Instituto de Familia de la Universidad de Sabana, es importante controlar y manifestar las emociones para evitar este tipo de acciones negativas. Ella habló de algunos puntos a considerar:
1. Enseñar, desde edades tempranas, a controlar las emociones.
2. No admita que el niño solucione los problemas a través de una rabia, de un llanto desmesurado o una pataleta.
3. Fomentar el manejo calmado y sereno de las situaciones conflictivas.
4. Antes de actuar, hay que tomarse el tiempo para pensar.
Esas emociones negativas se apagan cuando la persona piensa, en cambio cuando son las emociones las que priman en la vida de una persona el razonamiento y el pensamiento se apaga.