Hablar de la Casa del Teatro de Medellín es hablar de Gilberto Martínez.  “La Casa era su nicho, su hijo, su vida”, señaló Patricia Carvajal, actriz de la Casa hace doce años y coordinadora de los programas de formación.

Este agosto se celebran los 30 años de la Casa y el primer aniversario sin Gilberto Martínez, quien falleció en enero de este año. El director dejó bases firmes para que tras su muerte la Casa del Teatro pudiera seguir adelante y continuar con el objetivo por la cual fue fundada.

También la Biblioteca Gilberto Martínez está cumpliendo 15 años, un espacio de investigación y formación para todo lo relacionado las artes escénicas. Con 10.300 volúmenes, es la biblioteca especializada en artes escénicas más grande de Colombia y la segunda en Latinoamérica. 

La celebración doble es realizada con obras de teatro con entrada libre y aporte voluntario, conciertos y conversatorios.

30 años por una idea

Hace 30 años fue fundada la Casa del Teatro de Medellín por Luis Carlos Medina, Victor Viviescas, José Sanchis Sinisterra y Gilberto Martínez. Este último se hizo cargo de la Casa y logró que durante 30 años haya sido un referente en el teatro. Originalmente estaba ubicada en Girardot con la Playa, desde 2003 está ubicada en el barrio Prado.

Nació como un “espacio de congregación para el arte, de acogida  para los grupos de teatro de Medellín, de confrontación teatral”, especificó  Carvajal y apuntó que Gilberto Martínez pensaba mucho en la formación e investigación hacia las artes escénicas.

El objetivo de este lugar fue desde el principio generar espacios de “confrontación, experimentaciones e investigación  sobre el hecho teatral para desarrollar en Medellín una cultura teatral”, apuntó Diego Casas, el único actor que está desde el inicio de la Casa del Teatro.

“Las obras de Gilberto tenían que ver con la política, los momentos históricos, la religión, el erotismo, la ciencia, la tecnología. No son obras dirigidas por el mercado, cosas ligeras, a la Casa la gente viene a pensar una puesta en escena que tiene que ver con la parte artística, la formación del intelecto, del cuerpo, de la mente y el espíritu del actor”, señaló Carvajal.

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En su recorrido, la Casa ha presentado más de 540 temporadas de obras de teatro con la participación de más de 140 agrupaciones. Ha participado aproximadamente en 32 festivales locales, 20 festivales nacionales y siete festivales internacionales. 

“Se ha constituido como referente para trabajar en pro del desarrollo del arte teatral en Medellín como una propuesta de investigación a partir de las propuestas nuevas, desarrollando lo que Gilberto llamaba ‘un nuevo teatro en Medellín y en Colombia’ para visibilizar a dramaturgos y director desconocidos y también otras formas de hacer teatro al que estábamos acostumbrados, así como propender a una propuesta creativa propia del país”, explicó Casas. 

El actor agregó que el principal aporte de Gilberto Martínez es una serie de cuestionamientos no sólo de tipo estético sino también político y económico.

Proyección

Antes de su muerte, Gilberto Martínez le encargó a su exalumno, Jorge Iván Suárez, la dirección de la Casa. Él estudió teatro en la Universidad de Antioquia y continuó su carrera académica por 25 años en España, sin perder nunca el contacto con “su primer gran maestro”.

“Este es un reto grandísimo. Significa seguir con su legado, su idea, ver cómo avanzar y poner en escena obras que él no puso, como Rapsodia de cuchillos y perros, Premio Nacional de Teatro. Como director de la Casa me interesa que su memoria perdure en el tiempo, que la biblioteca no pierda fuelle y sea un centro de investigación teatral”, comentó Suárez.

Casas afirmó que el objetivo de la Casa tiene que seguir siendo el mismo, “fue su propuesta, lo que nos enseñó: la investigación era un punto muy importante en su vida”.  
“Ojalá todo el tiempo  podamos conservar lo que Gilberto nos dejó, aunque sabemos que el medio nos pide otras cosas, de todas formas la gente no ha pasado por el proceso de formación cultural que en otros países han tenido”, señaló Carvajal.

La labor de la Casa “sigue siendo titánica, sigue siendo un acto subversivo querer hacer un lugar donde se investigue, no sólo montar una obra, que de hecho ya es una investigación. Carecemos de técnicos y escenógrafos altamente especializados. No hay suficientes. Queremos seguir trabajando en la línea de la formación de que los directores tengan formación, escenógrafos y apostarle mucho a las tecnologías”, aseguró el director.

Suarez agregó que para atrapar al público hay que hacerse cercanos, “el público quiere ver un ser humano en unas circunstancias dadas, no la representación de un ser humano”.
El director explicó que muy importante “pensar la Casa en términos de viabilidad económica, la salita es muy pequeña, 70 espectadores, aunque llegaran todos los días, no conforman una taquilla que permita que los actores cobren algo y yo mismo, yo estoy todo ad honorem. Yo no estoy viviendo en Medellín, vengo cada una o dos semanas. Lo primero es acercarnos al público, hay que bajar un poquito el teatro, el teatro tiene que ser teatral pero tiene que ser accesible, acercarlo más a la vida a la honestidad de un actor en escena con sus emociones, no representando emociones”.

“Gilberto también invertía parte de sus recursos en la casa. Ahora nos toca hacer el doble de trabajo, nos toca poner la gestión, los proyectos, el profesionalismo, el intelecto para poder seguir con la Casa. Lo queremos hacer, somos un equipo que estamos aquí constantemente haciendo. Este año que no lo tenemos a él hemos salido adelante, hemos tenido un equipo de trabajo que lo ha hecho”, precisó Carvajal. 

Ella agregó que actualmente la casa se está proyectando en cuanto a la formación, “queremos hacer de la Casa del Teatro una escuela de dirección de las artes escénicas a muy corto plazo, empezamos con diplomados en convenios con la Universidad de Antioquia, tenemos  talleres de iniciación teatral y talleres especializados”.

Aunque el objetivo de la Casa como espacio de investigación y confrontación teatral sigue siendo el mismo, según expresó Suárez, para lograr la viabilidad económica “es necesario generar eventos que no son esencialmente teatrales, pero que pertenecen al ámbito de lo teatral: cine foros en torno al teatro, talleres de actuación, visitas guiadas y abrir la puerta, como lo estamos haciendo ahora, dejar de ser una casa de puerta cerrada por la inseguridad, dejar ver al barrio que existimos, dejar ver que hay una biblioteca para su servicio, habrá un café. Acercarnos a la comunidad”.

“Creo que a Casa ha dejado huella en la ciudad y queremos seguir dejado huella”, concluyó Suárez.