El dron que no miente

Autor: Carlos Alberto Gómez Fajardo
11 abril de 2017 - 12:09 AM

Cualquier ciudadano con acceso a las redes sociales puede interpretar racionalmente el sentido de las imágenes registradas por el dron el pasado primero de abril

Cualquier persona tiene a su alcance las imágenes –videos y fotografías- de las marchas del pasado primero de abril. Se destacan de modo especial los videos obtenidos desde drones en la ciudad de Medellín: la intersección de la avenida la Playa con la Oriental y el trayecto desde allí hasta la calle san Juan estaban colmados por una multitud que hizo saber al país que es imposible ignorar la voz y el clamor de insatisfacción respecto a la gestión del actual gobierno. De modo muy enfático, se ha expresado la insatisfacción colectiva ante la entrega institucional que el presidente ha hecho en lo que atañe a las nuevas reglas jurídicas al servicio de los intereses de la ideología marxista leninista. Muchos colombianos hemos salido a la calle con descontento y con grave preocupación sobre el atropello cometido al sistema jurídico con la “Jurisdicción Especial para la Paz” (JEP). Se vieron pancartas de diverso tenor; algunas de ellas con afirmaciones destempladas e incluso vulgares. Pero es innegable que en la mayoría se dejaba la clara constancia del desacuerdo hacia la persona del presidente, hacia su desafortunada gestión y a su cuestionable sometimiento a las indicaciones del foro de Sao Paulo, agenda de la imposición del control comunista sobre América Latina, que pretende, con la combinación de las formas de lucha de los  seguidores de Stalin, la operación de la dictadura del proletariado.
Se leía en algunas de ellas: “No más Santos; no más Farc”, y en otra, muy específica: “Y a éste quién le dijo que nos gustaba el comunismo?”
Miles de colombianos quisimos expresar nuestra insatisfacción con el actual estado de cosas y acudimos a la calle con un sentido del deber cívico: manifestamos la urgencia de cambios en el rumbo de una administración nacional que se ha caracterizado por la infidelidad a su misión constitucional original y por su entrega a las premisas ideológicas de la izquierda, en un giro conceptual y operativo propio de sujetos proteiformes y faltos de carácter. Han creído que el fin justifica los medios y han abusado de su maquiavélica estrategia.
Esto es cierto aunque lo nieguen quienes se encuentran en el empeño de extender la sombra totalitaria del tirano caribeño, Castro, sobre los otros países del área, los cuales de acuerdo a aquella ideología, deberían ser sólo otros satélites “antiimperialistas”, como si el tiempo se hubiese detenido en los años setenta.
La ideología materialista es una cátedra que se reduce a algo de economía y a mucho de odios entre clases sociales y de conflictos entre sur y norte, como si a las diferencias económicas se debieran exclusivamente los gérmenes del atraso y el subdesarrollo. Un cuento –anticuado y parcial- que parece atractivo para la digestión de las masas, muy especialmente si aquellas han sido pre-medicadas y sus dóciles cerebros controlados con la información unilateral y al uso que explotan los medios masivos de comunicación útiles a la propaganda izquierdista: medios que tienen nombres propios bien definidos en Colombia en las últimas décadas. 
Las imágenes de los drones no pueden ocultarse: muestran la realidad de un masivo sector de la opinión pública colombiana que ve de cerca el inminente peligro de la toma del poder político por el totalitarismo de la guerrilla marxista. No se puede tachar de “cuatro gatos” a este importante movimiento, como lo hicieron en ocasión anterior los áulicos del régimen, prontos a descalificar la crítica -dentro de la soberbia de unos legisladores alineados con el ejecutivo y que nohacen honor al concepto de la separación sana de los poderes públicos-; necesaria para ejercicio de la democracia. Sin poderes independientes no hay democracia. Como nos ha advertido repetidamente un  insigne jurista y pensador antioqueño, Jesús Vallejo Mejía: el desastre que se avecina se nos está presentando en una película llena de drama y desesperación; lo que ocurre en nuestra vecina Venezuela es el catastrófico hecho de la práctica del “socialismo del siglo XXI” al que también se apuntó, contra la voluntad masiva de los colombianos, nuestro primer mandatario.
Cualquier ciudadano con acceso a las redes sociales puede interpretar racionalmente el sentido de las imágenes registradas por el dron el pasado primero de abril. Es un ingenioso artefacto que no puede mentir, simplemente muestra la realidad.

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