Instituido por la Unesco en 1994, el día del Reciclaje -hoy de las 3R- procura generar conocimiento sobre los desechos sólidos y la formación de una cultura de su mejor utilización, para contener daños a la salud humana y a la naturaleza, así como gastos inútiles a la economía.

Entre fines de los años sesenta e inicios de los setenta, una parte de la humanidad tomó conciencia del aumento de lo que para entonces se llamaba ?basura?, así como de su impacto perverso en la naturaleza. Fruto del reconocimiento aparecieron las políticas de gestión de basuras (rellenos sanitarios, formas incipientes de reciclaje) y el interés por aprender sobre ellas. En casi cincuenta años han cambiado comprensiones, conceptos y prácticas a través de las cuales se propone a las sociedades generar la menor cantidad posible de desechos sólidos y dar usos adecuados a los que le resulten inevitables.

Aunque todos reconocen su importancia, el sueño tiene el reto de superar las exigencias del consumismo y de forjar políticas públicas y cultura ciudadana en torno a las tres R: reducción de residuos, recuperación y reciclaje, más integral pero también más exigente.

La reducción de residuos es producto de la minimización del uso de empaques, objetos desechables y la contención del consumismo.

La reutilización exige creatividad para usar al máximo los objetos que se puedan seguir aprovechando o para transformar el uso de los que se gastaron para su destino original.

El reciclaje procura la transformación de desechos que deben ser recolectados debidamente, bien por recicladores que conocen su oficio, bien por empresas de servicios públicos. Una política responsable contempla también la disposición técnica de desechos peligrosos (baterías, pilas, medicamentos) o no reutilizables.

Unirse a las 3R es cuidar la vida de la humanidad y de la tierra que habita.