De las metamorfosis, alrededor de Franz Kafka y la Metamorfosis

Autor: Editor
18 febrero de 2018 - 02:00 PM

Selección de la obra con que el lingüista y crítico Óscar Jairo González reflexiona con artistas e intelectuales sobre el centenario de la Metamorfosis de Kafka.

ÓSCAR JAIRO GONZÁLEZ HERNÁNDEZ

Es un libro que hemos construido desde Franz Kafka y en concreto sobre la lectura que cada uno de los artistas que intervienen, desde sus formaciones y formas estéticas, de sus obsesiones y consideraciones sobre su inicial abordamiento o ascesis a La metamorfosis y qué sintieron en relación con esa lectura. Trata de establecer lo que en cada uno de ellos movió e incitó esta lectura. Y también busca instalarnos en la historia sobre ella. E intenta entonces tender tentáculos a nuevos lectores, no indicaciones, sino mostrar desde donde hicieron y como hicieron esa lectura de Kafka y de La metamorfosis y que quedo de esa perturbación o trastorno al que se sometieron o los sometieron.

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En esa medida y sentido, el libro propone entonces unas lecturas realizadas desde una temperatura y temperamento de cada uno de los artistas que decidieron resolver lo que les presentamos como tema de proposición y desarrollo del yo lector. Y un yo lector relacionado con Franz Kafka y como hemos dicho, de la historia de su lectura con la dimensión del yo de Franz Kafka, realizado con la mediación de la invención de otro, que sería en él, G. Samsa y su transformación. Coincidencias o contradicciones de Franz Kafka con el lector de Kafka y con G. Samsa, que en cada uno de ellos, provoco y llevo a una transformación, como se titulaba en realidad, inicialmente el libro de K. Tentativa pues, de que cada lector de K. y su libro, hiciera una prueba de esa lectura en este momento de su vida, de su visión del mundo y de los desarrollos que ha tenido su estructura sensitiva y estética. Y poder incidir en lo que en otro lector, podría suscitar el libro mismo.

Y cada artista que aquí interviene, lo hizo porque decidió hacerlo. Recordando también y de la misma forma que toda decisión es una indecisión, como la de K. Es así. Y las causas por las que decidió intervenir, serían, sin duda, resultado de otro libro sobre K. y La metamorfosis. Queríamos hacer un libro que no terminará nunca, que continuamente se esté haciendo, por cada lector, por cada, inclusive, no lector; un libro como un uroboros. O como, quizá lo que Blanchot llamaba: Libro que vendrá. Podría ser así. Es necesario indicar que cada artista, en su mismidad sensitiva y crítica se propuso hacer la intervención necesaria para él y para el libro, pero también para K. Debo decir entonces que cuando anexaba la solicitud de intervención, ella se hacía al azar, por una rara condición de la causalidad, no había nada determinado ni determinista en la solicitara a uno u otro artista, como lo habría hecho Franz Kafka, en cada una de sus historias y en cada una de sus lecturas, historia de sus lecturas, como por decir de Dostoievski o de Sacher Masoch. Y así.

Así mismo, no cambiamos absolutamente nada de lo que cada artista indicó y consideró. Todo está aquí tal cual cada uno de ellos lo propuso y lo presento. No se orientaron los textos. No se realizaron solicitudes de cambios o de orientación. Es una intervención que tiene y muestra el carácter de cada artista en su evolución e involución como lector de K. y de ese libro. Con ello buscamos proyectar una nueva forma de lectura, de relación con la lectura de libro y de que ella esté basada en la libertad del lector, en su instinto estético y en su naturaleza misma de artista. Provocar y poner en evidencia al artista y al lector, en su poder de transformación desde Franz Kafka y de La metamorfosis, y lo que queda iniciado para otros lectores.

Tenemos un libro: De las Metamorfosis, en el que están incluidas las consideraciones que realizaron tan formalmente 34 los artistas, a solicitud (provocación) que les presentamos, alrededor de La metamorfosis de Franz Kafka (1915-2015). Como lo hemos sostenido, a cada uno de los artistas aquí incluidos, les debemos en todo el sentido de la dimensión e inmersión estética que les mueve y que de una manera intencional ha contribuido a hacer esta construcción nueva e insolente en la tarea relacional del arte y la vida:

Félix Ángel (Pintor y escritor)

1.

Leí el libro estando todavía en bachillerato. Yo leía autores que motivaban mi curiosidad. Mis padres fueron llamados desde el colegio para conversar con ellos porque alguien considera que mi tarjeta de biblioteca tenía libros que no eran aptos para adolescentes. Pero yo atravesaba por el malestar existencial de los tempranos años sesenta. Otros autores que yo leía eran Sartre, Herman Hesse, Albert Camus.

2.

No solo lo he releído ya como adulto sino que de vez en cuando releo algunos fragmentos. Me parece que La Metamorfosis refleja muy bien la lucha interna de Kafka por encontrar su verdadera identidad en una sociedad en la que había crecido pero a la que emocionalmente o culturalmente no pertenecía. Por eso nunca explica porque en el personaje ocurre la transformación sino que simplemente lidia con ella, y con los demás. Para los que hemos sentido que a veces no pertenecemos al medio donde crecimos, esa obra nos da cierto confort.

Tarsicio Valencia (Poeta y escritor)

1.

Leí La Metamorfosis cuando estudiaba Filosofía y letras. Fue una lectura desde la emoción, no buscaba respuestas al asombro. Me dejaba llevar por los acontecimientos, por la trama y las aventuras del personaje. Me embrujó cada acontecimiento. Hoy tengo las imágenes de Gregorio y su encierro, su abandono y soledad.

2.

Vuelvo a ella con frecuencia y mi lectura es siempre nueva. Rumio los dispositivos del poder, la teoría de las puertas, lo onírico y surreal. Nunca haré una lectura de ella desde la teoría literaria. Sería monstruoso.

Claudia Maya

(Filosofa y escritora)

1.

Comencé a leer la novela en la infancia, en medio de un largo y tedioso período de vacaciones. Mi padre lo tenía en la biblioteca y su nombre, unido a la imagen de la carátula, me indujeron a la lectura. En ese momento me causó mucho miedo y tristeza. Miedo de la soledad, de los riesgos de las mañanas solitarias y miedo, sobre todo, de la familia y de la sociedad.

Volví a leerlo en el curso Fundamentos de literatura con el profesor y amigo Tarcisio Valencia. Sumado al sentimiento previo, que contrario a disiparse había adquirido nuevos matices que multiplicaban los fantasmas, estaba ahora la arquitectura del lugar, la visualización precisa de los entornos en los que acontece la novela. También una atención más puntual a esos personajes secundarios en la infancia y muy importatnes en la jueventud que son los inquilinos, esos usurpadores ante quienes hay que incarse de rodillas y rendir reverencias. Esta segunda ocasión fue también la posibilidad de pasar a la escritura, lo cual otorgó a la experiencia, además de su matiz estético, una dimensión comprensiva y un vínculo con la filosofía, con la de Adorno, con la de Foucault, con la de Nietzsche.

2.

Leo y releo, cada vez que tengo la oportunidad, La Metamorfosis de Kafka y los demás libros en los que su presencia sigue siendo irrenunciable. Cuentos, novelas y relatos siguen acompañándome así como también los lúcidos y hermosos lectores de Kafka con quienes me he encontrado. No se trata de un libro ni de una obra que se busque para una relectura. Se trata más bien de una serie de claves de desciframiento, al par que un cúmulo de severos enigmas, de risas contenidas y pequeños desquites que siempre, Kafka nos lo recuerda, son posibles aún en medio de la trama más tupida.

Javier Juárez (Escritor y profesor)

1.

Mi primer encuentro con La Metamorfosis de Kafka fue en 1995. Lo que en un sus inicios fue un castigo dominical impuesto por mi profesor de Literatura se convirtió en un ejercicio adictivo y, en el fondo, placentero; un enorme logro teniendo en cuanta que por aquel entonces yo era un adolescente de 17 años al que poco le unía a la literatura.  

Era primavera y se acercaba el que, por aquellos años, era el examen más temido por los preuniversitarios: La selectividad. Entre las lecturas impuestas para mi promoción estaban obras de Benavente, Camilo José Cela, Unamuno o Kafka, entre otros.

Recuerdo que al iniciar su lectura revisé en varias ocasiones la portada del libro, ya que dudaba que algo que sembrara en mi inquietud, novedad e interés pudiera ser la seleccionado para un examen. Siendo sincero, aquella primera lectura comenzó por despertar en mí un sentimiento que fusionaba la repugnancia, la incomprensión y la incredulidad, que fue transformándose en una inexplicable desazón potenciada por un sentimiento final de solidaridad y empatía con su protagonista.

Desde entonces miro de vez en cuando hormigas e insectos y trato de ver en ellos seres con sueños y frustraciones, quizás más reales que muchos entes significantes.

2.

Creo que, después de unos cuantos años desde mi última lectura, es un buen momento para rescatar a Kafka, esta vez con nuevas intenciones y miradas, ausentes en aquella primera lectura de 1995. Leer a Kafka es hoy, paradójicamente, un ejercicio de realismo; si estamos expuestos a un mundo en el que los malos hacen de líderes, los medios hacen de comparsa y la ciudadanía ejerce de masa complaciente es que, sin duda, se hace necesaria una dosis de Kafka para superar un surrealismo social y político incómodo como el actual.

CARLOS ANDRÉS JARAMILLO GÓMEZ (Filósofo y poeta)

1.

Como todo libro definitivo, definitivo para cada uno (y he tenido varios), he leído La Metamorfosis en distintos momentos de mi vida. La primera vez fue en el colegio, y debo confesar que esa vez no me quedó nada más que el sentido literal del relato: un hombre que se transforma en insecto. No hubo la extrañeza o el asombro por lo extraordinario del hecho. Tampoco recuerdo sentirme especialmente conmovido.  Tal vez por eso el Adriano de Yourcenar dijo que la vida le aclaró los libros. Tuvo que pasar largo tiempo para que yo mismo acabara entendiendo la bastedad del problema: la metamorfosis es una larga metáfora de la soledad y de la destrucción. Porque si la vida de Gregorio se arruina, también lo hace la de su familia. Es, además, una tragedia porque todos los personajes tienen la razón: Gregorio al sentir el rechazo y su familia al apartarlo. No en vano, Kafka lo transformó en insecto. Debían sentir repulsión hacia él.

Decir que la obra de Kafka es una compleja alegoría,  es reducir la fuerza disruptiva de su narrativa. En realidad, si aún perdura, si su obra es necesaria, lo es por esa falta de asidero y de lógica causal que introduce una duda fundada sobre el mundo. Kafka me produce intranquilidad. Una intranquilidad que va más allá de sus libros y se prolonga en el tiempo.

2.

Todavía espero releer muchas veces más La Metamorfosis y también otros relatos de Kafka a los que, con los años, les he tomado aprecio, por ejemplo El cazador Gracchus, el más interesante de cuantos escribió. Kafka es necesario cada vez que se esté muy seguro del sentido del mundo. Pues él introduce el desconcierto, la perplejidad, allí donde la monotonía parece ahogar a la realidad, reducirla al automatismo. 

Finalmente, no lo abordaría desde ninguna perspectiva particular, pues me gusta dejar hablar al relato. Esos condicionamientos, sólo son necesarios en la academia, y casi siempre terminan falseando el sentido. El sentido de un relato es más bien una construcción, va cambiando con el tiempo, con la frecuentación.


Las preguntas temáticas

Estas son las preguntas que los artistas responden en el libro

1. ¿Cuándo, cómo y por qué leyó inicialmente La Metamorfosis de Kafka y que le causó en ese momento su lectura y por qué?

2. Leería de nuevo usted La Metamorfosis de Kafka: ¿Qué necesidad o interés tendría de hacerlo y desde donde la haría?

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