Redacción Vida y Cultura
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Monseñor José Mauricio Vélez García, el antes párroco de Nuestra Señora de Belén, será ordenado Obispo Auxiliar, el próximo sábado.
Es importante saber que el orden jerárquico de la iglesia es el siguiente: Santo Padre el Papa, obispos: patriarcas, arzobispos, obispos y vicario apostólico; presbiteros: los sacerdotes; díaconos: los ayudantes y los fieles: seguidores de todas las razas y culturas.
La imposición de las manos y la Plegaria de Ordenación son el elemento esencial de todas las ordenaciones: en él la misma plegaria de bendición e invocación determina el significado de la imposición de las manos. En consecuencia, estos ritos, por ser el centro de la Ordenación, deben ser inculcados por medio de la catequesis y puestos de relieve a través de la celebración misma.
El Orden de los Obispos sucede en el magisterio y en el régimen pastoral al colegio de los Apóstoles, en él perdura ininterrumpidamente el cuerpo apostólico. Los Obispos, como sucesores de los Apóstoles, reciben del Señor, a quien se le ha dado todo poder en el cielo y en la tierra, la misión de enseñar a todos los pueblos y de predicar el Evangelio a todo el mundo para que todos los hombres, por la fe, el bautismo y el cumplimiento de los mandamientos, consigan la salvación. El Colegio episcopal, reunido bajo una sola cabeza, el Romano Pontífice, sucesor de Pedro, expresa la unidad, variedad y universalidad de la grey de Cristo. 

La ordenación Episcopal:
Dice el Pontifical Romano, donde están las oraciones y las disposiciones para la ordenación:
Puesto que el Obispo es constituido en favor de toda la Iglesia universal, deben ser invitados a la Ordenación clérigos y otros fieles, de manera que asistan a la celebración en el mayor número posible.
Al celebrar la Ordenación, según la práctica tradicional, el Obispo ordenante principal debe estar acompañado al menos de otros dos Obispos. Pero es conveniente que todos los Obispos presentes tomen parte en la elevación del nuevo elegido al ministerio del sumo sacerdocio, imponiéndole las manos, pronunciando lo que está determinado en la Plegaria de Ordenación y saludándole con el beso de la paz.
Así, en la misma Ordenación de cada uno de los Obispos, se significa la índole colegial del Orden.
El Obispo ordenante principal pronuncia la Plegaria de Ordenación, en la que se bendice a Dios y se invoca al Espíritu Santo.
Dos presbíteros de la diócesis para la que se ordena el elegido, le asisten al celebrar la Ordenación: uno de ellos, en nombre de la Iglesia local, pide al Obispo ordenante que confiera la Ordenación al elegido. Estos dos presbíteros y, en cuanto sea posible, también los otros presbíteros, sobre todo los de la misma diócesis, concelebran la liturgia eucarística en unión con el Obispo ordenado en esta celebración y con los demás Obispos.
Dos diáconos sostienen el libro de los Evangelios sobre la cabeza del elegido mientras se pronuncia la Plegaria de Ordenación.
La Ordenación tiene lugar dentro de la Misa estacional, una vez terminada la liturgia de la palabra y antes de la liturgia eucarística.
Puede emplearse la Misa ritual “En la que se confieren las sagradas Órdenes”, excepto en las Solemnidades, los Domingos de Adviento, Cuaresma y Pascua, los días de la octava de Pascua y las fiestas de los Apóstoles. En estos casos se dice la Misa del día, con sus lecturas. Pero en los otros días, si no se dice la Misa ritual, se puede tomar una de las lecturas de las que se proponen en el Leccionario con este fin.
La Oración universal se omite porque las letanías ocupan su lugar.
Proclamado el Evangelio, la Iglesia local por medio de uno de sus presbíteros pide al Obispo ordenante principal que ordene al elegido. El elegido, en presencia de los Obispos y de todos los fieles, manifiesta la voluntad de ejercer su ministerio según los deseos de Cristo y de la Iglesia, en comunión con el Orden de los Obispos bajo la autoridad del sucesor de san Pedro Apóstol. En las letanías todos imploran la gracia de Dios en favor del elegido.
Por la imposición de las manos de los Obispos y la Plegaria de Ordenación, se le confiere al elegido el don del Espíritu Santo para su función episcopal. Éstas son las palabras que pertenecen a la naturaleza del sacramento y que por ello se exigen para la validez del acto:
“Infunde ahora sobre este tu elegido la fuerza que de ti procede: el Espíritu de gobierno que diste a tu amado Hijo Jesucristo, y él, a su vez, comunicó a los santos Apóstoles, quienes establecieron la Iglesia como santuario tuyo en cada lugar para gloria y alabanza incesante de tu nombre”.
Las vestimentas son blancas.

• Gracias al presbítero Diego Alberto Uribe Castrillón, profesor de Teología de la Universidad Pontificia Bolivariana y por muchos años guía del protocolo eclesiástico, quien fue fuente para este artículo.

¿Quién elige a los Obispos?

La elección de los obispos es un don de Dios. Potestad exclusiva del Papa. Ellos son elegidos en un proceso que tiene unos pasos:

1. Se hace presente la necesidad de un Obispo, bien sea para gobernar una Iglesia que ha quedado sin pastor, o cuando se requiere iniciar una nueva Iglesia particular, o para ayudar en su ministerio a otro Obispo o Arzobispo que, por razón de sus muchas tareas y de la proporción de la Iglesia que preside, pide al Papa un colaborador Obispo y en este caso se llama Obispo Auxiliar.

2. Los Nuncios Apostólicos realizan las oportunas consultas, con la mayor reserva, y luego presentan al santo Padre un determinado número de candidatos. Esta presentación normalmente la hace al Papa el Cardenal Prefecto de la Congregación para los Obispos, aunque si es para territorios de misión, la hace el Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos.

3. El Santo Padre estudia los candidatos presentados con algunos padres cardenales y luego él personalmente, usando de su libertad y con la luz de la fe y la gracia del Espíritu Santo elige la persona indicada.

4. Al Nuncio Apostólico compete la tarea de comunicar al Elegido la designación y recibir la aceptación, que es transmitida al Papa. Una vez el candidato ha aceptado, la Sede Apostólica comunica a la Iglesia toda la elección y hace la indicación  de la Sede que tendrá el Obispo elegido, si es una en la que será pastor propio, se llamará obispo residencial, pero si es para ayudar a otro obispo, se le asigna una Sede Titular.

5. Una vez comunicado el nombramiento, el Obispo indica en qué fecha y donde será Ordenado.

6. El Nombramiento llega a manos del Obispo Electo en un texto manuscrito en pergamino con la firma auténtica del Papa, con el Sello llamado del Pescador, refrendado por un protonotario de la Curia Romana.