En ninguna parte, la sentencia pone en duda la honestidad de mi elección ni la de mis los colegas que sí pierden su credencial
No podía creer, esta semana, el nivel de tergiversación al que podría llegar una noticia, cuando constaté la publicación, en numerosos medios de comunicación, del hecho falso de que, por demanda del Partido Mira, el Consejo de Estado me habría despojado de mi credencial como Senadora de la República. Algunos llegaron hasta el punto de afirmar que fui “destituida” e “inhabilitada” por “irregularidades” en mi elección.
Debo aclarar a la opinión pública que, si bien el Consejo de Estado emitió un fallo reconociendo los derechos del Mira, mi curul no queda afectada por esta decisión judicial. El caso en cuestión se trata de una reasignación de curules entre partidos por un recuento de votos. Por ende, los efectos de la sentencia son respecto de los partidos políticos, más no de las personas electas. Teniendo en cuenta esto, sus efectos no tienen relación con mi elección, ya que, en el orden de elegibles del Partido Liberal, me encuentro ubicada en la antepenúltima curul del partido y no en la última, que es la que estaba en litigio. El alto tribunal reconoció en los medios que no debieron haberse referido a nombres, sino a números de escaños senatoriales y que estaban desinformados de la estructura actual del Senado (que, en el caso del Partido Liberal, ha cambiado debido a las renuncias de los senadores Viviane Morales y Eugenio Prieto).
Mi honra, lo más importante para mí, está siendo afectada sustancialmente por la forma malintencionada en que ha sido redactada la noticia. Se daría a entender que se cuestiona la forma en que obtuve mi curul. Rechazo completamente esa mala intención y quiero dejar claro a todos que mis votos son legales y legítimos y que el modo en que los conseguí fue tan transparente y ejemplar como ha sido todo mi desempeño en el Congreso, que ha merecido el reconocimiento de los más implacables veedores de la moral administrativa.
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Llegados a este punto, debo hacer énfasis en que, en ningún aparte del fallo se me hace acusación alguna, ni mucho menos se me condena. En ninguna parte, la sentencia pone en duda la honestidad de mi elección ni la de mis los colegas que sí pierden su credencial. Pero no puede ser menos que sorprendente el hecho de que el fallo fuera dado a conocer a un mes de las próximas elecciones al Congreso. Que esto ocurra en la recta final de mi campaña a la reelección tiene, claramente, un móvil politiquero y ha sido aprovechado, entre otros, por candidatos de izquierda radical que se han apresurado a calumniar flagrantemente a esta senadora, con cuyo pensamiento se puede coincidir o disentir, pero de cuya ética no ha habido ni puede haber ninguna duda.
Lamentamos que el Consejo de Estado, al reconocer los errores del comunicado, no se haya excusado ante los que, de manera absurda, resultamos, injustamente, involucrados en esta situación. Por otra parte, despierta mi máxima reprobación, como liberal, el hecho de que el Partido Liberal no haya salido ni a los medios, ni a las redes sociales, ni ante ningún estamento gubernamental a exigir claridad sobre este asunto.
Y este no es el único hecho producido en los últimos días para atacar nuestra campaña:
-En el departamento de Caldas, se trata de desinformar a los electores de Sofía Gaviria a través de afiches y publicaciones que la asocian con Cambio Radical.
- En el chat interno del Partido Liberal, candidatos me insultan, con epítetos machistas, diciéndome que soy una infiltrada del Centro Democrático; sin que el Partido se pronuncie para defenderme o para, al menos, morigerar el trato de los participantes del chat.
- Roban los computadores del gerente, el comunicador y la coordinadora de mi campaña, en la sede de la misma, en Medellín. Según las autoridades, el posible móvil del hecho sería el robo de información de la campaña.
Desde la emisión ilegal y antidemocrática del Manifiesto “antiliberal” de César Gaviria, que tenía sólo el objetivo de sacarnos de la competencia a Viviana Morales y a esta senadora, se preveía que la contienda no iba ser fácil; pero la bajeza a la que ha llegado es impensable. No es posible que, en la historia de Colombia, haya habido mayor matoneo contra la campaña política de una mujer. Sólo puedo pensar que ello se derive de que la firmeza y la vehemencia con las que defiendo mis argumentos y la claridad con la que expreso mis ideas tienen temblando a quienes no tienen ideas y sólo ofenden la democracia al atacar personas y violar procesos democráticos.
Pero esta persecución, como un bumerán, sólo está generando mayor compromiso e indignación de los seguidores de nuestro proyecto, especialmente de las víctimas, que han asumida como suya esta curul en el Senado. Los ataques han sido tan mezquinos, tan abiertos y tan sistemáticos, que sólo están motivando a estimular a muchos colombianos a luchar por la defensa de la política sin mermelada, sin corrupción y sin burocracia, exigiendo una representación digna de los colombianos y particularmente de los más vulnerables. Estamos seguros de que esto será refrendado a través de un mandato claro, con una votación copiosa para esta senadora que, contra viento y marea, ha luchado y luchará por la verdad.
A través de esta columna, quiero dar tranquilidad a todas aquellas personas que, con angustia, me han expresado su solidaridad. Los insto a que estén tranquilos, porque los ataques me fortalecen. Como dice Goethe, en su poema Ladrador: “Los estridentes ladridos sólo son señal de que cabalgamos”.
Esta campaña del L 70, con nuestro lema de “Siete días de trabajo con cero corrupción” se está volviendo emblemática. Gracias al apoyo de todos, la persecución en la política a las mujeres que tenemos un estilo directo, sin rodeos ni coqueteos, y que no estamos en plan de cargarles ladrillos a los jefecillos de partido está a punto de terminar.
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*Senadora de la República
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