Asunto serio

Autor: Alberto Maya Restrepo
13 marzo de 2017 - 12:04 AM

No se ve que el Estado colombiano esté adelantando planes para encarar esa tremenda eventualidad.

Hace varios años de Colombia se fueron millones de compatriotas para Venezuela. Según parece, fueron bien acogidos; muchos de ellos formaron allí sus familias; otros enviaban remesas a sus parientes acá; en fin, aun cuando no hay una cifra cierta de cuántos exactamente se fueron y de cuántos han regresado, lo claro es que son muchos los que, inclusive, ya tienen ciudadanía venezolana.

Ahora que las cosas están muy mal en Venezuela, en lo social, en lo económico, en lo político, hay que estar preparados para cuando a varios de esos que de aquí se fueron, más otros, hasta millones, que siendo oriundos de allá, desesperados por la situación, por falta de oportunidades, de comida, de medicinas, etc. quieran buscar acá refugio y acomodarse de alguna manera, tal vez haciendo oficios varios por un salario inferior al mínimo legal, pero que les garantice sentirse útiles y poder calmar sus necesidades básicas.

Allí radicará un problema porque no se ve que el Estado colombiano esté adelantando planes para encarar esa tremenda eventualidad, la que ni tan eventual es ya que, por ejemplo, en ciudades como Santa Marta, Bucaramanga, Cúcuta, Maicao y otras más, es notoria la presencia de venezolanos, no pocos de ellos, según reportaba la W Radio en estos días, se “alquilan” por alguna paga y algunas de las mujeres entran en conflicto con las “colegas” colombianas por la clientela en la prostitución.

Hambre, falta de empleo e inseguridad son algunas de las razones por las que pasan a Colombia. De otro lado, muchos venezolanos llegan buscando atención médica, vienen a sanar sus males ya que en Venezuela, de acuerdo con un informe que vi en televisión, hay hospitales sin elementos básicos, sin anestesia, sin analgésicos, sin antibióticos, sin esparadrapo, es decir, en la ruina, parecidos a unos centros de atención en salud en los Llanos Orientales en los que falta de todo y son los únicos centros a muchos kilómetros a la redonda.

El problema es complejo, costoso de atender y, sobre todo, demandante de atención urgente y ordenada. Pensemos en millones de personas (entre colombianos que habían emigrado, familiares de éstos allá y venezolanos de tradición) que aparezcan aquí, ¿cómo se los va a acoger? ¿Qué empleo hay para ellos? ¿Cómo hacer que se queden trabajando honradamente y no les de o por vagar o por dedicarse a vivir de lo ajeno?... porque, como alguien anotaba, ni en la basura en Venezuela se encuentra algo para calmar el hambre.

Me dicen que los casos se dan por miles, como éste: una señora joven del departamento de Bolívar se fue hace unos 15 años con su esposo y sus dos hijos pequeños para Venezuela. Allí se establecieron, pusieron un negocio y les iba bien. Al tiempo le enviaron dinero a la mamá de la señora que se había ido para que se fuera a visitarlos en Caracas. Estando un día sola en casa de la hija, pues la pareja había salido a trabajar y los niños estaban en la escuela, llegaron unos señores a decirle que en las próximas elecciones votara por Hugo Chávez. Ella les dijo que no podía hacerlo porque era colombiana. Pasaron unos días y los señores esos volvieron y le dijeron: venga con nosotros porque el gobierno le va a dar cédula venezolana. La señora aceptó y después, como era de esperarse, terminó votando por Chávez. Ah! pero desde que recibió la cédula quedó registrada para recibir cada mes una suma de dinero en efectivo. Ni con tal subsidio podían ahora vivir y por eso todos regresaron.

Ante el bajísimo grado de aceptación de los colombianos al presidente, que no se lo ve gobernar, y a muchos de sus ministros, empezando por la débil Canciller, es difícil vislumbrar una estrategia integral y bien diseñada para atender un asunto que puede llevar a que ni para nosotros ni para los que lleguen, así los sentimientos de solidaridad y de buenos vecinos afloren para acoger a quienes en desbandada vengan a buscar algún mejor futuro. Si ha sido todo un lío proveer apropiadamente y a tiempo de campamentos a los de las Farc en las veredas escogidas, ni qué pensar en alistarnos para una ola migratoria desde Venezuela.

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